A ese cuartel general fueron llegando muchos correligionarios de
Cavaco Silva con caras sonrientes y tratando de contener la euforia
porque el centroderecha portugués había logrado la elección del
primer jefe de Estado de esa ideología desde la Revolución de los
Claveles, en 1974. Decenas de vecinos de Cavaco Silva se
concentraron ante su domicilio particular, junto a las tapias del
lisboeta cementerio de los Prazeres, poco después del cierre de las
urnas, ondeando banderas y gritando frases de ánimos para el nuevo
presidente.
El que fuera primer ministro durante diez años y derrotado en su
anterior intento, en 1996, por Jorge Sampaio, a quien ahora
sucederá, cosechó un 50,8% de los votos emitidos válidos. En
segundo lugar, el diputado y poeta socialista Manuel Alegre,
repudiado por su partido, quedó ligeramente por encima del 20% del
sufragio.
Por detrás de Alegre, el ex presidente Mario Soares, que
aspiraba a un tercer mandato con respaldo del Partido Socialista,
del que es líder histórico, se quedó por debajo del 14 por ciento.
Fue precisamente Soares el primero en reconocer a Cavaco Silva como
presidente electo, en felicitarle y desearle todo el éxito en su
magistratura. Todos coincidenden que la división entre los
socialistas les paso factura en estas elecciones.
A considerable distancia quedaron los otros tres candidatos
situados a la izquierda: el comunista Jerónimo de Sousa, el radical
Francisco Lousá y el abogado Antonio García Pereira, candidato de
la extrema izquierda. Cientos de partidarios de Cavaco Silva se
concentraron para festejar la victoria de su candidato en el Centro
Cultural de Belém, a poco más de un kilómetro de la sede de la
Presidencia, donde se había instalado su cuartel general y también
uno de los principales polos de atracción para decenas de
periodistas.
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