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ESTHER REBOLLO-LA PAZ
En un acto solemne pero cargado de simbolismo, el aimara Evo Morales fue investido ayer como el primer presidente indio de Bolivia ante el Congreso de la Nación y más de un centenar personalidades, entre ellas una docena de gobernantes. El socialista Juan Evo Morales Aima, de 46 años, juró su cargo con el puño izquierdo en alto y su mano derecha en el corazón, entre los gritos de «Evo, Evo, Evo» de los legisladores de su partido, que cuenta con la mayoría absoluta en el Congreso.

Recordó, en su discurso de investidura, que el 62 por ciento de los bolivianos son indios y, sin embargo, históricamente «han sido «marginados, humillados, despreciados, condenados a la exclusión». «Jamás nos reconocieron como seres humanos siendo dueños absolutos de esta noble tierra», remarcó al mostrar su deseo de vivir en igualdad con los que han llevado a cabo las políticas discriminatorias en su país.

Tras recibir los símbolos patrios -la banda y medallas presidenciales-, Morales pidió un minuto de silencio por quienes cayeron a lo largo de la histórica lucha revolucionaria y mencionó, entre ellos, a Manco Inca, Tupak Katari, Ernesto Che Guevara y Luis Espinal. Incluyó entre los homenajeados a «los miles de cocaleros de la región central del Chapare, a los ciudadanos de la ciudad de El Alto, a los mineros y a millones de seres humanos caídos en toda América».

«Tampoco estamos para seguir llorando por los 500 años porque estamos en época de triunfo, de alegría, de fiesta», enfatizó, en alusión a la colonización española. Poco antes, había tomado posesión su vicepresidente García Linera, también con la mano en el corazón y no de la forma tradicional, que consiste en hacer una señal de la cruz con los dedos de la mano derecha. García Linera dijo que este Gobierno volverá a unir a Bolivia tras un período de inestabilidad política y social, «pero no sobre las bases de la injusticia, de la inmoralidad, el racismo».