El líder del FPLP, Ahmed Saadat (segundo por la derecha), es detenido por soldados israelíes tras su rendición.

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JOSÉ VERICAT-JERICÓ
El Ejército israelí apresó ayer al máximo líder del Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP), Ahmed Saadat, y a otros cinco dirigentes palestinos que perseguía desde 2001, en un espectacular asalto a la prisión de Jericó. Los dirigentes palestinos se hallaban en esa prisión desde 2002 bajo la supervisión de observadores estadounidenses y británicos, que por la mañana abandonaron sus puestos, lo que dio lugar a una rápida intervención del Ejército israelí para impedir que fueran dejados en libertad por el Gobierno palestino.

Saadat -que se entregó con las manos en la cabeza- y dos de sus lugartenientes están acusados por Israel de ser los instigadores del asesinato de Zeevi en un hotel del norte de Jerusalén, en octubre de 2001. Desde entonces, Israel ha perseguido a los tres hasta la mismísima mukata de Ramala, donde hallaron refugio bajo la tutela del entonces presidente de la ANP, Yaser Arafat. Gracias a un acuerdo diplomático en 2002, Israel aceptó su traslado a la cárcel de Jericó pero bajo la supervisión de observadores occidentales.

La operación comenzó veinte minutos después de la salida de los observadores extranjeros, con un asedio a la prisión que dio lugar a sucesivos tiroteos y bombardeos en los que murieron tres palestinos, entre ellos un preso y un policía de la Autoridad Nacional Palestina (ANP). Otros veinte resultaron heridos. En total salieron de la prisión uno 250 presos y policías palestinos, de los cuales el Ejército liberó a 76 por no estar acusados de delitos contra Israel y el resto está siendo interrogado.

La operación israelí fue provocada por la salida de los observadores, que consideraban que su seguridad ya no estaba garantizada por la ANP, y por las recientes declaraciones del presidente palestino, Mahmud Abás, y del primer ministro designado, Ismail Haniye, favorables a una liberación.

Durante el asalto, el Ejército israelí prohibió la entrada a la ciudad tanto a civiles como a periodistas, y desplazó a la zona numerosos contingentes militares y policiales de asalto, así como tanques y helicópteros.

Pero el asalto israelí tuvo graves repercusiones en Cisjordania y Gaza, sacudidas ambas por una ola de violencia sin precedentes contra occidentales. Fuentes de la seguridad palestina han confirmado el secuestro de al menos once extranjeros, así como el asalto a sedes diplomáticas y culturales de Estados Unidos, la UE y Gran Bretaña.