Barroso, el canciller Schuessel, el presidente Putin y Javier Solana, ayer en la cumbre de Sochi, Rusia.

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AGENCIAS-SOCHI
Los líderes europeos y el presidente ruso, Vladimir Putin, trataron ayer de acortar distancias y curar heridas en lo relativo a la política energética, aunque dejaron claro que sus diferencias persisten. Los europeos aseguraron que desean tener a Rusia como socio de confianza, y Putin intentó a su vez tranquilizarles diciendo que China no remplazará a Europa como mercado para sus productos energéticos.

El presidente del Ejecutivo comunitario señaló que tal crisis de confianza en Moscú se debe, en parte, al 'apagón' de los primeros días del año, cuando Rusia cortó el suministro de gas a Ucrania, por donde pasa la mayor parte del suministro de gas a Europa occidental.

«Somos conscientes de nuestros intereses comunes», dijo el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, que apeló a crear una relación basada «en el principio de interdependencia». «Estamos tan interesados como Rusia en evitar más malentendidos», dijo el presidente de turno de la UE, el canciller Wolfgang Schuessel.

Barroso señaló que aún hay «sensibilidades» que hay que afrontar. «Quiero subrayar, por nuestro lado, una problema de falta de confianza en Rusia como suministrados creíble, como siempre lo ha sido. Pero hay algunas sensibilidades, eso es verdad», manifestó en rueda de prensa.

Putin, por su parte, aseguró a los europeos que «China no es una alternativa a Europa» como mercado para el suministro de energía ruso. El presidente ruso ha proclamado la seguridad del suministro eléctrico como prioridad de su presidencia del G8, que dura todo el año 2006. Los europeos temen depender excesivamente de Rusia, que suministra un cuarto del gas que consume Europa y es su segundo proveedor de petróleo, especialmente ahora que el gigante ruso Gazprom, controlado por el Estado, quiere lanzarse a comprar empresas energéticas en Europa, empezando por la gasista británica Centrica.

Fue precisamente sobre este asunto, ante la reticencia del Gobierno británico, cuando Putin amenazó con reorientar su estrategia exportadora hacia el gigante asiático si los gobiernos europeos bloquean la entrada de Gazprom en sus mercados.

No obstante, ambas partes han rebajador ahora el tono de sus amenazas y tratan de evitar un enfrentamiento antes de la Cumbre del G8 que se celebrará en julio en San Petersburgo.

Por otro lado, Putin dejó claro su rechazo a las críticas del vicepresidente de EEUU, Dick Cheney, que hace unas semanas acusó a Moscú de frenar el desarrollo de la democracia en los países de su órbita. Putin dijo que para Rusia, Estados Unidos es un aliado estratégico en la esfera económica y en todo lo militar y lo relativo a la no proliferación y a la cooperación contra el terrorismo, ámbitos donde la cooperación entre las dos potencias «es irremplazable».

Pero advirtió también de que nadie tiene derecho a interferir en las relaciones bilaterales de Rusia con otros países: «Nuestras relaciones con otros países es algo que discutimos con éstos directamente» dijo, antes de añadir, por ejemplo, que no entiende que se critique el acuerdo con Ucrania sobre los precios del gas.