El Ejército Nacional Afgano patrulló ayer las calles de la capital afgana con tropas y tanques por primera vez desde la caída del régimen talibán, tras los graves disturbios que causaron la muerte el lunes a catorce personas en Kabul.
Las autoridades impusieron un toque de queda durante el que no se registró ningún incidente en una ciudad que, según el Ministerio de Defensa, Zahir Azimi, «el Ejército tiene bajo control». El presidente afgano, Hamid Karzai, culpó de los incidentes, que además de 14 muertos provocaron al menos 142 heridos, a «agitadores» y aseguró que «algunos oportunistas quieren arruinar su país».
También ayer, seis afganos que trabajaban para ONG's internacionales murieron en ataques de desconocidos en Mingajik, al norte de Afganistán.
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