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AGENCIAS-WASHINGTON
El presidente estadounidense, George W. Bush, declaró ayer que la legalización de millones de inmigrantes ilegales «no es una amnistía», por lo que pidió al Congreso que apruebe la nueva ley migratoria mediante un debate «razonado y respetuoso».

«Eso lo apreciaría mucho», manifestó Bush en un discurso ante la patronal estadounidense, el segundo que pronuncia sobre inmigración en las últimas dos semanas.

Miembros conservadores de la Cámara de Representantes han prometido oponerse tenazmente al proyecto del Senado de contemplar procedimientos para la legalización de parte de los 12 millones de inmigrantes ilegales que viven y trabajan en Estados Unidos. Bush señaló que apreciaba «los profundos sentimientos» de estos congresistas de que ninguna persona que haya entrado en el país ilegalmente deba continuar viviendo y trabajando en Estados Unidos, pero calificó su posición de «equivocada y no realista».

«Existe una posición intermedia entre dar una vía automática para la ciudadanía a cada inmigrante ilegal y un programa que pida salir del país a cada uno de esos inmigrantes», indicó.

«Esa posición reconoce que hay diferencias entre un inmigrante ilegal que cruzó recientemente la frontera y otros que han trabajado aquí durante muchos años, que tienen una vivienda, una familia y carecen de antecedentes (delictivos)», agregó.