El general estadounidense Caldwell señala la fotografía del cadáver de Abu Musab Al Zarqaui.

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EFE-BAGDAD
El primer gran éxito concreto de la «guerra contra el terrorismo» emprendida por EEUU tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 no evitó ayer que la violencia continuase en Irak, donde 32 personas murieron y decenas resultaron heridas en varios atentados con coches bomba.

Por la tarde, otro atentado con coche bomba dejaba 17 muertos y decenas de heridos en el mercado popular de Al Chuhada del barrio Al Amin y cinco horas antes otro vehículo cargado de explosivos mataba a 7 personas y hería a 17 en la plaza Al Uruba en el norte de la capital.

Apenas una hora después de que el primer ministro iraquí, Nuri Al Maliki, anunciase entre aplausos la muerte de Abu Musab Al Zarqaui, una bomba explotaba en un mercado del sur de Bagdad provocando la muerte de 15 personas y casi treinta heridos.

Aunque no se anunció hasta la mañana del jueves, la muerte de Zarqaui y de seis de sus ayudantes se produjo a las 18.15 horas locales del miércoles, en un ataque aéreo contra la aldea de Hibib, cerca de Baquba, en el sureste de la provincia suní de Diyala, al noreste de Bagdad.

«Se ha acabado con Zarqaui», dijo Al Maliki entre los aplausos de los asistentes a la rueda de prensa, en la que también estuvieron el embajador de EEUU en Irak, Zalmay Jalilzadeh, y el comandante en jefe de las tropas norteamericanas en ese país, George Cassey.

Al Qaeda confirmó la muerte en un comunicado divulgado en una página web islámica, en el que se dice que la desaparición de Zarqaui «sólo incrementará nuestra insistencia en continuar con la guerra santa hasta que la palabra de Dios llegue a ser suprema».

«La muerte de nuestros líderes significa la vida para nosotros», indicó el comunicado, que lleva la firma de Abu Abdel Rahman al Iraqí, identificado como el número dos de esa organización en Irak.

El primer ministro iraquí explicó que Zarqaui murió en una operación de las tropas multinacionales y las fuerzas de seguridad de Irak contra una vivienda ubicada al norte de la ciudad de Baquba, a 65 kilómetros de Bagdad. Maliki señaló que la operación fue «resultado de la fructífera cooperación de ciudadanos iraquíes sobre el terreno», en alusión a que se logró con información de dichos ciudadanos.