Con este telón de fondo se celebró ayer la conferencia en Roma sobre la situación en Líbano, que concluyó sin resultados concretos aparentes, aunque sus participantes, entre ellos Estados Unidos, la ONU, la Unión Europea y el propio Líbano. Todos coincidieron en la necesidad de llegar a un alto al fuego urgente y en el envío de una fuerza internacional para ayudar al Gobierno libanés a retomar el control del territorio y conseguir el desarme de la milicia chií Hezbolá.
El puesto de la Fuerza Interina de la ONU en el Sur del Líbano (FINUL), situado en la localidad sureña libanesa de Jiam, fue alcanzado el martes por un misil teledirigido tras seis horas de ataque, según fuentes próximas a la investigación.
De acuerdo con el informe, cada vez que los observadores de la ONU contactaban con las fuerzas israelíes, éstas les aseguraban que el ataque se detendría, añadió la cadena británica. La muerte de los cuatro observadores, de nacionalidad finlandesa, austríaca, canadiense y china, ha sido calificada de «trágico asesinato» por el secretario general de las Naciones Unidas, Kofi Annan, y de «error» por Israel.
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