Los equipos de rescate recuperan el cuerpo sin vida de uno de los niños que murieron en el bombardeo.

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FERNANDO PRIETO-HAIFA
El grupo integrista libanés Hezbolá respondió con el mayor lanzamiento de cohetes sobre el norte de Israel desde el pasado día 12, a la masacre cometida por la aviación israelí en la ciudad libanesa de Qana, donde murieron 57 personas, casi 40 de ellos niños. La actuación de la aviación israelí, que bombardeó un complejo de edificios de Qana en cuyos bajos se guarecían decenas de personas, ha suscitado, por un lado, la crítica prácticamente unánime de la comunidad internacional; por otro, el estupor de la clase política israelí y, finalmente, la reacción de Hezbolá, que aprovechó para lanzar al menos 140 cohetes sobre el norte de Israel. Mientras tanto a última hora de ayer un portavoz del Departamento de estado norteamericano dijo que Israel suspende los bombardeos aéreos contra el sur de Líbano durante 48 horas, mientras se investiga el ataque contra la localidad de Qana donde se produjo la matanza de más de treinta niños.

Por su parte la secretaria de Estado norteamericana, Condoleezza Rice, con el objetivo de intentar que las partes alcancen un alto el fuego «consistente y duradero». De momento Rice ha prolongado un día su visita a Israel, pero no viajará al Líbano, como en principio tenía previsto. El primer ministro libanés, Fuad Siniora, reconoció que en las presentes circunstancias la visita de Rice a Beirut era, a su juicio, inviable, por lo que lo mejor era cancelarla.

Advertencia
Una fuente militar dijo que antes del bombardeo la fuerza aérea «había advertido a la población mediante el lanzamiento de panfletos desde el aire» en los que se instaba a los civiles a abandonar la zona.

Por su parte, el jefe de operaciones de la Fuerza Aérea israelí, el general de brigada Amir Eshel, aseguró que las primeras investigaciones sobre el bombardeo de la aldea libanesa, revelan que el edificio fue bombardeado horas antes de que se desplomara.

En la misma rueda de prensa, el jefe de Operaciones del Ejército israelí, general Gadi Eizenkot, dijo que, «desde el comienzo de la crisis, esta localidad se había utilizado como un refugio de terroristas y zona de lanzamiento de cohetes hacia nuestras posiciones».

Los observadores consideran que la masacre de Qana no hace sino estancar -cuando no empeorar- la actual crisis en Oriente Medio, que comenzó el pasado día 12 con la muerte de tres soldados israelíes y el secuestro de otros dos por milicianos de Hizbulá en el lado israelí de la frontera con el Líbano.

De hecho, el primer ministro israelí, Ehud Olmert, así como los titulares de Defensa, Amir Peretz, y Asuntos Exteriores, Tzipi Livni, han expresado su pesar por la muerte de los casi 60 civiles de Qana, pero ya han indicado que la ofensiva militar va a proseguir durante al menos otros diez días.

Olmert tiene previsto reunirse otra vez con Rice, en un nuevo intento por encontrar algo parecido a una solución, que, de no haber sido por la masacre de Qana, tal vez se podía haber alcanzado a mediados de esta semana, con un acuerdo de alto el fuego que parecía que las partes iban a aceptar. Dicho acuerdo pasaba por el desarme y la retirada de Hezbolá de sus posiciones en el sur del Líbano, el establecimiento en la zona de una importante fuerza multinacional que ayudaría al Ejército libanés a tomar posiciones en ese territorio, y, según la demanda israelí, la devolución de los soldados secuestrados.

Entretanto, las sirenas de alarma de ataque sonaron con frecuencia en todo el norte de Israel, donde ciudades como Haifa (la tercera en importancia de este país), Kiriat Shmoná, Acre, Naharia, o Rosh Pina, recibieron el impacto de 140 cohetes lanzados por Hezbolá, que causaron siete heridos leves.

El secretario general de la ONU, Kofi Annan, instó al Consejo de Seguridad a condenar a Israel y pedir un cese de hostilidades, en medio de la resistencia de EEUU, que insiste en la necesidad de un alto al fuego permanente. Annan pidió la convocatoria de una reunión urgente del Consejo de Seguridad para condenar la «trágica» ofensiva aérea israelí en la localidad de Qana, que causó casi 60 muertos, entre ellos 37 niños. «Está claro que no hay cabida para una solución militar», declaró. El titular de la ONU urgió a los 15 miembros del Consejo a que condenen en «los términos más firmes posibles» la matanza de Qana y reiteró que es imperativo el cese de las hostilidades. «Es necesario que el Consejo tome medidas para evitar que la situación sea incontrolabl». El ataque israelí ha aumentado la presión internacional, tanto de países europeos como árabes, para que el Consejo de la ONU adopte una resolución en la que exija el alto al fuego inmediato.