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EFE-TOKIO

Hiroshima conmemoró ayer el 61 aniversario de su destrucción por una bomba atómica, en una ceremonia empañada por las declaraciones del primer ministro Junichiro Koizumi, quien dijo que visitará de nuevo el templo de Yasukuni, emblema del militarismo japonés.

Las 45.000 personas que asistían a la ceremonia celebrada en el Parque de la Paz en el centro de Hiroshima guardaron un minuto de silencio en el mismo momento en que el 6 de agosto de 1945 estallaba sobre esa ciudad de Japón la primera bomba atómica lanzada contra una población civil.

También estuvo presente en la ceremonia el primer ministro nipón, quien reafirmó el compromiso de Japón de «no producir, no poseer y no permitir» la presencia de armas atómicas en su territorio.

Sin embargo, el primer ministro volvió a provocar la polémica cuando señaló que estaba dispuesto a visitar el templo de Yasukuni «en cualquier momento». Ese santuario situado en Tokio es considerado por pacifistas y en los países vecinos como un símbolo del militarismo japonés que llevó a la expansión armada de este país en los albores de la II Guerra Mundial y a invadir buena parte del este de Asia. El temor expresado por organizaciones pacifistas estos días es que Koizumi vuelva a visitar Yasukuni el próximo 15 de agosto, con motivo de la celebración del fin de la guerra.

Koizumi ha reiterado, en las cinco ocasiones en que ha acudido a Yasukuni desde que es primer ministro, que sus visitas son a título personal y no vulneran el precepto constitucional de separación de religión y Estado.