Los «delegados» a la Convención, 1,2 millones según los organizadores, se negaron a que López Obrador se limitara a ser un simple «Coordinador de la Resistencia Civil Pacífica» y le designaron «presidente de México», con potestad para nombrar a su «gabinete» y ubicar la «sede de gobierno» en la capital mexicana, así como para recabar fondos. Ante una asamblea multitudinaria que llenó la plaza principal de la capital mexicana y las calles adyacentes, López Obrador aceptó el cargo de «presidente legítimo» porque rechaza «la imposición y la ruptura del orden constitucional» de lo que considera un fraude electoral.
«Es un timbre de orgullo representarlos, lo haré con humildad y con convicción, no voy a traicionarlos, no voy a traicionar al pueblo de México», dijo López Obrador al aceptar la designación de «presidente legítimo» ante cientos de miles de seguidores que asistieron a la Convención Nacional Democrática (CND).
Agregó que aceptar a un gobierno usurpador, que encabezará el presidente electo Felipe Calderón, implicaría «posponer indefinidamente el cambio democrático del país y continuar con el juego de siempre».
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