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EUROPA PRESS-ROMA/MADRID
El papa Benedicto XVI volvió ayer a pronunciarse sobre la polémica suscitada en el mundo islámico por su discurso en Ratisbona y repitió que pretendía invitar al diálogo entre las religiones en el mundo moderno y a respetar profundamente las religiones, en particular a los musulmanes.

El Papa dijo, además, que confía en que «después de las reacciones de un primer momento» sus palabras «puedan constituir un empuje a un diálogo positivo, también autocrítico, entre las religiones».

«Quería invitar al diálogo entre las religiones en el mundo moderno. También invité al respeto profundo por las religiones y en particular para los musulmanes, con los que adoramos al único Dios y colaboramos para defender derechos y paz», matizó durante la audiencia general en la plaza de San Pedro de Roma.

«He sido malinterpretado. Quería explicar que la religión no es violencia pero que religión y razón van juntas», continuó, repitiendo las palabras del pasado domingo en las que se mostraba apenado por que su discurso no hubiese sido entendido.

El Papa explicó que en su lección en la Universidad de Ratisbona, donde enseñó durante años, el tema que había elegido era «la cuestión de la relación entre fe y razón». «Para introducir el argumento, he citado una frase del emperador bizantino Manuel II Paleólogo, que se refería al diálogo cristiano-islámico, al problema de la relación entre religión y violencia. Esta cita, por desgracia ha podido prestarse a una mala interpretación», comentó.

Bendicto XVI continuó explicando que el contenido polémico de estas palabras no expresaba sus convicciones personales. «Quería explicar que religión no es violencia sino que religión y razón van juntas. El discurso de Ratisbona iba justo en la otra dirección», añadió.

Una de las preguntas que el emperador bizantino Manuel II planteaba a un ciudadano persa era: «Muéstrame lo nuevo que ha traído Mahoma y ahí sólo encontrarás cosas malas e inhumanas como que ha ordenado difundir con la espada la fe que predica (...). A Dios no le gusta la sangre». Este fragmento citado por el Papa en su discurso fue lo que desencadenó las protestas en el mundo islámico.

La intervención del Papa fue acogida con los aplausos de las decenas de miles de fieles que se reunieron en la plaza de San Pedro para asistir a la audiencia, a pesar de las amenazas de algunos grupos terroristas la afluencia a la cita de los miércoles fue la misma que en otras semanas.

Benedicto XVI, como en cada audiencia de miércoles en la plaza de San Pedro, dio algunas vueltas en un vehículo todo terreno blanco descapotable y se acercó a saludar a los fieles situados en las primeras filas.