Esta misión ha sido calificada por mandos de la Alianza como la más significativa y compleja de su historia, que se produce cuando Afganistán vive la peor ola de violencia desde la caída del régimen talibán a finales de 2001.
«Es un honor aceptar la responsabilidad de ayudar a la seguridad al Gobierno afgano y de las operaciones militares internacionales en provincias donde antes era responsable la coalición» dirigida por EEUU, dijo ayer el general David Richards, comandante de la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad (ISAF), bajo mando de la OTAN y con participación de 37 países. «Este es un día histórico tanto para Afganistán como para la OTAN, que ilustra el compromiso constante de la OTAN y sus socios internacionales con el futuro de este gran país», añadió en una ceremonia en Kabul junto al presidente afgano, Hamid Karzai.
La Alianza ya controlaba las zonas del norte, el sur y el oeste de Afganistán, así como Kabul, y ahora se ha extendido al este, un área peligrosa por ser fronteriza con Pakistán.
Karzai agradeció la ayuda a los países que colaboran en Afganistán y dijo que los afganos recordarán la contribución internacional a su seguridad.
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