TW
0

EFE-MOSCÚ/BERLÍN
En medio de la solidaridad internacional y el mutismo de las autoridades rusas, Moscú se despidió ayer de la periodista y defensora de los derechos humanos Ana Politkóvskaya, asesinada el pasado sábado.

Miles de personas se dieron cita en el cementerio Troyekúrovo para dar el último adiós a Politkóvskaya, gran crítica de la campaña militar del Kremlin en Chechenia que se dedicó a la defensa de los civiles ante los abusos del Ejército y los señores de la guerra. «Ana Politkóvskaya era la mejor y la más audaz de los periodistas rusos, y su muerte es una pérdida irreparable», declaró el Defensor del Pueblo, Vladímir Lukin, durante la ceremonia donde se instaló la capilla ardiente.

Los familiares intentaron evitar que el acto se convirtiera en un «mitin político», pero al funeral acudieron numerosos periodistas, políticos de oposición, embajadores occidentales y representantes de la diáspora chechena. A pesar de la lluvia incesante, miles de personas hicieron cola durante horas para acceder a la sala y depositar flores en el féretro, junto al que estaban sentadas los dos hijos de la periodista y su madre, que acaba de sufrir un infarto y de perder a su marido.

«Estamos despidiendo a una persona que era más que un familiar. Con frecuencia dicen que los chechenes sólo pensamos en la venganza, pero en este caso no queremos venganza, sino justicia», dijo representante de la diáspora chechena.