Pero por ahora el ingenio español y sus máquinas de excavación luchan contra la tierra, que es fina y suelta un polvo rojizo y sofocante, en un paisaje de olivares y montes pedregosos.
De aquí a fin de año, el campo de Blat, situado a una decena de kilómetros de la Línea Azul, la frontera con Israel, albergará en una superficie de 20 hectáreas y en cuatro niveles los 1.100 soldados del contingente ibérico de la FINUL, así como el cuartel general del sector este de la Fuerza Internacional.
Este último reunirá, bajo comando español, los contingentes indonesio, indio, nepalés, finlandés e irlandés.
En el campo habrá sin duda una tienda exenta de impuestos, comedores para oficiales y soldados, decenas de contenedores a manera de dormitorios y oficinas y una plataforma de aterrizaje para los helicópteros, entre otras instalaciones.
Vista desde las alturas, la posición española recuerda a un campo fortificado de las tropas romanas en Centroeuropa.
Las estacas protectoras de los muros romanos dieron lugar a espirales de alambre de púas superpuestos, pero más allá se encuentran las mismas fosas y taludes que buscaban disuadir a visitantes indeseados y miradas indiscretas.
«España está bien preparada con quince años de operaciones exteriores en Irak, Afganistán, Kosovo, Bosnia, Macedonia, el Congo o Haití«, comentó el comandante Pedro Díaz.
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