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EFE-QUITO
Los ecuatorianos eligieron ayer a su nuevo presidente entre 13 candidatos con la esperanza de lograr la estabilidad política en el país, tras 10 años de cambios abruptos de gobierno -buscan al que será el octavo presidente en la última década- y graves problemas económicos y sociales.

La nueva Constitución que Correa propugna debe acabar con lo que llama «partidocracia», el gobierno de los grupos tradicionales, a los que acusa de haber llevado al caos político y la ruina económica a Ecuador, algo en lo que coincide con los deseos de la mayoría del país, según las encuestas.

La esperanza de los ecuatorianos está atemperada por el escepticismo de una mayoría, que no confía en los políticos del actual régimen, como demuestran los sondeos, algunos de los cuales señalan que el Congreso tiene sólo el 2% dos por ciento de apoyo popular.

Quizá por este motivo, el favorito para la Presidencia en estas elecciones es el izquierdista Rafael Correa, cuyo movimiento Alianza País no presenta candidatos a diputados y propugna una Asamblea Constituyente que redacte una nueva Carta Magna.

Correa votó en el Colegio Central Técnico del Norte de Quito, donde dijo a sus seguidores que no se dejen engañar por «multimillonarios miserables», en alusión a su principal contrincante, el magnate bananero Àlvaro Noboa.

Noboa, por su parte, fue a votar en Guayaquil con un impresionante dispositivo de seguridad, en parte privado y en parte oficial, y afirmó que, según sus propios datos de una encuesta a pie de urna, iba ganando en Ecuador y en los consulados europeos donde se han celebrado elecciones.