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A mediodía del miércoles, junto al bar Versailles de la Calle Ocho, de Miami, se celebró un acto que tiene que ver con la ansiada recta final del castrismo por parte de los cubanos exiliados en la ciudad. Lo organizó una emisora de radio local y la entidad «Vigilia mambise», que vela por los balseros y derechos humanos de cubanos que sufren en cárceles.

A decir verdad, no asistió mucha gente. No más allá de 150 personas, entre ellas algunas, como Fran Ondarza, de Alpha 66, no muy de acuerdo con el acto, «pues con el exilio ni se juega ni se hace negocio. El exilio es algo más serio que esto», señaló.

La concentración fue para tirar al camión de la basura una cabeza de Fidel Castro, obra del escultor norteamericano Daniel Edgard, que en principio iba destinada a otro lugar, el Central Pak, según se dijo, cosa que nos extrañó mucho, puesto ¿qué hace Fidel perpetuado en uno de los 'sancta santorum' norteamericanos?

«En vez de a la Historia -decía por los altavoces el presentador del acto- Castro debe de ir a la basura para ser triturado. Ese, por lo que ha hecho, es el lugar que le corresponde».

Y la cabeza de Castro, que llegó enjaulada al recinto -«enjaulada porque así es como él lleva a los prisioneros a las cárceles», explicó una exiliada que estaba a mi lado-, fue introducida en el interior del camión de la basura, y antes de ser triturada por su maquinaria, fue golpeada por algunos, como si quisieran lincharla.

Desde primeras horas de la mañana comenzaron a llegar cubanos y periodistas al lugar, a la vez que se plantaban tenderetes con camisetas y banderas anticastristas. Se veía algún que otro ex combatiente de Cochinos luciendo su uniforme. Tampoco faltaron las «Celia Cruz» ni los que iban vestidos de blanco, al estilo de los cubanos de la época colonial. En segundo plano, bajo los soportales del Versailles, un par de políticos locales afines a los exiliados contemplaban el panorama. No vimos entre ellos a Mel Martínez, el único cubano que ha logrado ser senador, en Washington.