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EFE-LONDRES
Seis hombres acusados por los atentados fallidos del 21 de julio de 2005 en Londres estaban implicados en un «complot islámico extremista» para perpetrar ataques suicidas en el transporte público de la capital a sólo dos semanas de la matanza del 7 de julio, afirmó el fiscal al comenzar el juicio. El proceso judicial contra los seis presuntos terroristas, todos ellos musulmanes británicos, comenzó en el tribunal londinense de Woolwich Crown Court con la exposición del pliego de acusaciones del fiscal, Nigel Sweeney. «El día elegido era el 21 de julio de 2005, sólo catorce días después de la matanza del 7 de julio», afirmó el fiscal, que subrayó que esos ataques no fueron «una broma pesada» ni «una copia preparada con prisas» de los ocurridos dos semanas antes.

Los atentados fallidos del 21-J, que no causaron víctimas porque sólo estallaron los detonadores y no las bombas, iban dirigidos contra tres convoyes de metro y un autobús urbano, al igual que los del 7 de julio, que causaron 56 muertos -incluidos los cuatro terroristas suicidas- y más de 700 heridos.

Muktar Said Ibrahim, de 28 años; Manfo Kwaku Asiedu, de 33; Hussain Osman, de 28; Yassin Omar, de 26; Ramzi Mohammed, de 25, y Adel Yahya, de 24, están acusados de conspirar para asesinar y de conspirar para causar explosiones, pero todos han negado los cargos.

Según el fiscal, el explosivo utilizado fue fabricado a partir de peróxido de hidrógeno líquido, harina, acetona y ácido, e iba a ser detonado con peróxido de acetona (TATP).

Los componentes para fabricar las bombas fueron adquiridos por tres de los acusados entre finales de abril y principios de mayo de 2005, cuando compraron a tres proveedores distintos 284 botellas de peróxido de nitrógeno, producto utilizado en peluquerías.