La «Operación Aplicar la Ley» puso en las calles de Bagdad a 85.000 efectivos, entre soldados estadounidenses y miembros de las Fuerzas de Seguridad iraquíes. El operativo se acompañó sumergiendo la capital en una suerte de Estado policial, con un toque de queda a partir de las 20.00 horas, registros sin necesidad de ordenes judiciales o el control por parte de las fuerzas de seguridad de los correos personales, telegramas y otros medios de comunicación, entre otras medidas.
Sólo dos días después de que el primer ministro Nouri al-Maliki definiera el operativo desarrollado conjuntamente con Estados Unidos como un «éxito brillante», un doble atentado con coche bomba sembró el caos en varios barrios chiíes de la capital, causando al menos 67 muertos y más de 120 heridos de distinta consideración.
Ayer mismo, el brigadier Qassem al-Musawi, uno de los portavoces oficiales del Gobierno iraquí en esta operación que pretendía 'limpiar' las calles de Bagdad edificio por edificio, se mostraba exultante y anunciaba que se había logrado reducir la violencia en un 80% en los últimos tres días. «Unas 144 personas buscadas y un cierto número de sospechosos han sido detenidos en los últimos días», proclamó, aunque el mando de operaciones en la capital informó de que los detenidos ascendían a 36, entre ellos, algunos buscados.
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