Siguen los enfrentamientos entre las fuerzas chinas y los manifestantes tibetanos, que se han cobrado ya la vida de 80 personas, según el Gobierno de Tibet en el exilio, una decena según datos oficiales. Pekín dio ayer un ultimátum de 48 horas para concluir las protestas con una amnistía o atenerse a «ser castigados cumpliendo con la ley». En este contexto, el Dalai Lama pidió abrir una investigación por los últimos incidentes, calificados de «genocidio cultural», pero rechazó la suspensión de los próximos Juegos Olímpicos de verano como medida de castigo a las autoridades.
El líder espiritual lanzó un llamamiento a la comunidad internacional, en tanto en cuanto tienen «la responsabilidad moral» de recordar a China que como país anfitrión de los Juegos Olímpicos debe cumplir una serie de obligaciones. No obstante, insistió en que el país asiático es merecedor de albergarlos y, por tanto, «no deberían ser anulados. Para el Dalai Lama, sería conveniente iniciar una investigación sobre la posibilidad de que las últimas protestas en la región de Tibet, que han originado los peores episodios de violencia desde 1989, formen parte de un «genocidio cultural».
«La nación tibetana se enfrenta a un serio peligro, y aunque China lo admita o no, tenemos un problema», declaró el Dalai Lama, exiliado en el norte de India. Los disturbios en la capital de Tibet, Lhasa, originados con protestas de monjes a las que se han sumado otros ciudadanos, ha originado duros enfrentamientos entre manifestantes y Fuerzas de Seguridad, de los que ni siquiera se sabe una cifra concreta de víctimas mortales.
Y es que mientras los números oficiales hablan de una decena de fallecidos, el portavoz del Gobierno tibetano en el exilio, Thubten Samphel, confirmó que «en lo que se refiere al número de cuerpos, es ochenta».
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