Los dos candidatos se saludan antes de dar comienzo el debate televisado en Misisipi. Foto: LARRY DOWNING/REUTERS

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TERESA BOUZA-OXFORD (EE UU)

Los candidatos presidenciales, el demócrata Barack Obama y el republicano John McCain, reiteraron en el debate de la madrugada de ayer las posturas de su campaña al defender, en un caso, el mensaje de cambio y, en el otro, la experiencia en una noche de contrastes.

El primer cara a cara entre los dos aspirantes a la Casa Blanca en la Universidad de Misisipi ofreció poco espectáculo pero tuvo profundidad en los asuntos, discurrió en un tono profesional y careció de gestos traicioneros o errores garrafales.

Al final, según las primeras observaciones de la prensa, el debate terminó en empate. Pero habrá que esperar a ver lo que dicen las encuestas.

Obama buscó vincular en todo momento a su contrincante con las fallidas políticas del actual presidente, George W. Bush, mientras que McCain trató de dejar claro que su oponente carece de su larga trayectoria y del conocimiento de los temas sobre el terreno.

Obama aprovechó la ocasión para culpar del desaguisado a los «ocho años de políticas fallidas» de Bush, que, insistió, ha apoyado John McCain.

McCain, mientras tanto, trató de distanciarse de su propio partido al destacar que varios de sus correligionarios están ahora en prisión por cargos de corrupción.

«Lo primero que tenemos que hacer es controlar el gasto en Washington. Está completamente fuera de control», dijo.

Los impuestos, un asunto crítico para los votantes, fue motivo también de un acalorado intercambio dialéctico.

Obama se presentó como el defensor de la clase media, al afirmar que recortaría los impuestos a los que ganan menos de 250.000 dólares, el 95 por ciento de la población.

McCain, por su parte, acusó a su rival de querer aumentar los impuestos y, en particular, a las empresas que, según él, ya padecen algunas de las cargas fiscales más altas del mundo.

En política internacional, la guerra de Irak fue la gran protagonista de la jornada.

El senador demócrata se opuso a la contienda desde el principio, cuando era candidato al Senado.

McCain la apoyó pero fue uno de los principales defensores de la decisión de la Casa Blanca de cambiar de estrategia en 2007, un cambio que implicó el envío de más tropas y ha permitido una mejora de la situación en el país árabe. «Esta estrategia ha resultado, estamos ganando en Irak», afirmó McCain.

Obama, por otro lado, defendió su derecho a sentarse a negociar con líderes de países hostiles como Irán, Venezuela o Cuba y dijo que la estrategia de no dialogar ha resultado un fracaso.