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AGENCIAS-MADRID/EL SALVADOR La vicepresidenta del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, sigue «convencida» de que España acudirá finalmente a la cumbre del G-20 en Washington el próximo 15 de noviembre, pero sigue sin aclarar cómo lo hará y en qué condiciones, después de que ayer un diario francés publicara que el presidente galo, Nicolas Sarkozy, podría ceder una de sus sillas al jefe del Ejecutivo español, José Luis Rodríguez Zapatero, para que acudiera al cónclave.

Mientras, el vicesecretario de Comunicación del PP, Esteban González Pons, advirtió al Gobierno de que «no sería una buena forma» acudir a la reunión «con el asiento prestado» de Francia, precisamente el año que se cumple el bicentenario del levantamiento contra Napoleón.

El diario francés Le Figaro informó ayer de que la presencia de España podría pasar por que Sarkozy cediera uno de los dos puestos que le corresponden en la cita, toda vez que el presidente de la república acudirá en calidad de jefe de Estado de Francia y de presidente de turno de la UE. Según las informaciones recogidas, Sarkozy, «que se entiende bien con Zapatero, cree que es un error» que España no acuda a Washington y, por ello, el presidente francés «reflexiona sobre una solución que ha recibido el aval del primer ministro británico, Gordon Brown».

Por su parte, los líderes iberoamericanos reunidos en El Salvador acordaron ayer, día de la clausura del encuentro y a iniciativa de Venezuela, a pesar de que Hugo Chávez ha sido uno de los grandes ausentes de la cita, «evaluar la oportunidad de convocar con urgencia» una reunión de jefes de Estado y de Gobierno en la ONU ante la «gravedad de la crisis financiera».

La crisis financiera ha acaparado la atención de los debates de los jefes de Estado y de Gobierno en esta XVIII Cumbre Iberoamericana, a pesar de que los temas de la cita eran la juventud y el desarrollo.

Como conclusión de esas conversaciones, los líderes aprobaron una declaración especial sobre la coyuntura económica mundial que aglutina la posición común de Iberoamérica en este materia.

Así, la Comunidad Iberoamericana reivindica una «participación universal, democrática y equitativa» en el debate y solución de la actual crisis financiera internacional y expresa su «determinación de participar y contribuir activamente en un proceso de transformación profunda y amplia de la arquitectura financiera internacional, que establezca instrumentos de prevención y respuesta inmediata ante futuras crisis y garantice una regulación eficaz de los mercados de capitales». También reafirmaron su «compromiso» a la hora de adoptar «las medidas necesarias para proteger el empleo y la inversión, garantizar la disponibilidad de financiamiento para las actividades productivas e impulsar políticas sociales que beneficien en particular a los sectores más vulnerables de sus sociedades».

Aunque los líderes iberoamericanos presentes en la cumbre reconocen que varios países de la comunidad están «en mejores condiciones que en el pasado» para hacer frente a la actual crisis financiera, advirtieron que «no deben subestimarse sus potenciales efectos sobre el sector real de la economía, ni sobre la estabilidad política y social de la región».