Foto de archivo del presidente de Cuba, Raúl Castro, junto a Carlos Lage y Felipe Pérez Roque.

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R.I./AGENCIAS

En un artículo sobre la sucesión en Cuba publicado en la revista estadounidense Newsweek, el ex ministro de Relaciones Exteriores de México Jorge Castañeda, señala que la reciente destitución de Carlos Lage, vicepresidente del Consejo de Estado de Cuba, y del canciller Felipe Pérez Roque se debió a que ambos estaban conspirando para derrocar al gobierno de Raúl Castro con el apoyo del presidente Hugo Chávez.

Si bien destaca que al contrario de otras purgas, ésta «se relaciona claramente con la sucesión de Fidel Castro y puede decirnos mucho sobre qué viene adelante». El principal problema que observa el autor es que no se sabe con precisión qué está ocurriendo, aunque cita motivos que sustentan una posible hipótesis, según la cual hace más o menos un mes Lage, Pérez Roque y otros personajes estaban involucrados en una «conspiración, traición o golpe para derrocar o desplazar a Raúl de su posición».

«En este intento reclutaron -o fueron reclutados- el presidente Hugo Chávez, quien a su vez intentó captar el apoyo de otros líderes latinoamericanos, comenzando con Leonel Fernández, de República Dominicana, quien rehusó involucrarse», escribió Castañeda. Los motivos de estos líderes para desear la caída de Raúl eran principalmente el poder, pero también temían que el dirigente comenzara a sentirse amenazado por la reacción del pueblo cubano a la excesiva privación económica y social a la que están sometidos.

Asimismo, tanto Lage como Pérez Roque temían que, después de la muerte de su hermano, Raúl sería incapaz de controlar el desarrollo de los acontecimientos. En consecuencia, Raúl estaría dispuesto a aceptar varias reformas económicas y políticas para normalizar las relaciones con Estados Unidos. Lage y Pérez Roque considerarían esto una traición a la revolución, en opinión del autor del artículo, quien fue canciller durante el gobierno del ex presidente Ernesto Zedillo (1994/2000).

Según Castañeda, Raúl habría presentado evidencia que reunió la inteligencia militar a su debilitado hermano y lo habría obligado a escoger: «O seguía con él y extendía su apoyo al plan de sucesión previamente determinado, o apoyaba a Lage y Pérez Roque y se olvidaba de Raúl".

«Evidentemente decepcionado de sus viejos aliados -refiere el texto publicado en Newsweek-, el comandante máximo apoyó a Raúl. Luego Chávez fue convocado a La Habana para ser colocado ante otra difícil decisión: desistir, al tiempo que mantenía el apoyo económico a la Isla, o perder el aparato cubano de seguridad e inteligencia, dejándolo expuesto a golpes e intentos de asesinato de posibles reemplazos venezolanos. Su decisión fue quedarse con Castro».