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R. SARALEGUI-BUENOS AIRES La muerte del ex presidente radical Raúl Alfonsín, fallecido en la noche del martes a causa de una neumonía agravada por un cáncer de pulmón que padecía desde 2007, ha provocado un compartido sentimiento de congoja en toda la población y una multitud comenzó a desfilar ayer por la Cámara de Senadores de la Nación donde son velados sus restos, que serán sepultados hoy en el cementerio de la Recoleta.

El Gobierno argentino decretó tres días de luto para honrar al ex presidente que condujo el destino de Argentina tras la dictadura militar (1976-1983) y que tuvo que enfrentarse a los militares debido a su decisión de enjuiciar a los jerarcas condenados en 1985 por violaciones de los derechos humanos.

Desde primera hora de la mañana, miles de personas comenzaron a desfilar por el Salón Azul de la Cámara de Senadores, donde se instaló la capilla ardiente para recibir sus restos. Al conocerse la noticia de su fallecimiento el martes por la noche, miles de personas se congregaron frente a su domicilio, en la avenida Santa Fe.

Muchos de ellos pasaron la noche allí en una improvisada vigilia, mientras encendían velas y cantaban el himno nacional. Todos le recordaban como una figura íntegra, que tuvo el temple necesario para lograr que Argentina se encaminara hacia la vida en democracia, tras un siglo jalonado por golpes militares. Alfonsín tuvo que entregar seis meses antes el poder al peronista Carlos Menem, acorralado por una crisis económica.