Los cabecillas de los manifestantes que perseguían la caída del Gobierno de Tailandia fueron obligados por el Ejército y la policía a poner fin ayer a las protestas, tras dos jornadas de violencia que causaron dos muertos y 123 heridos.
La desmovilización de las protestas contra del Ejecutivo del primer ministro tailandés, Abhisit Vejjajiva, fue anunciada por sus cabecillas después de que las tropas rodearan a los cerca de 2.000 activistas que permanecían en el interior del último campamento rebelde.
Antes, varios líderes de los 'camisetas rojas' se reunieron en las proximidades del Palacio de Gobierno con el jefe de la policía.
Muchos manifestantes, alicaídos y en silencio, abandonaron el reducto en el que se atrincheraron durante casi tres semanas, portando consigo banderas, grandes fotografías de su máximo líder, el ex primer ministro depuesto Thaksin Shinawatra.
A medida que salían del campamento por el pasillo flanqueado por unos 300 soldados, los activistas fueron cacheados y sus propiedades inspeccionadas por las fuerzas de seguridad.
Los manifestantes se subieron después en los autocares que las autoridades pusieron a su disposición para facilitarles el regreso a sus provincias.
El Tribunal Penal de Tailandia emitió ayer trece órdenes de arresto contra los líderes instigadores de las revueltas, y entre ellos se encuentra Shinawatra, actualmente en el exilio.
La mayoría de las órdenes son por incitar a las protestas y a actos vandálicos. Además, seis de ellos también están acusados de reunirse en grupos de más de diez personas, amenazar con actos de violencia, provocar disturbios en el tráfico e incitar a la gente a violar la ley y causar desórdenes.
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