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EFE-NUEVA DELHI El Gobierno de Sri Lanka aseguró ayer que sus tropas dejarán de bombardear o usar armas pesadas contra el último reducto guerrillero tamil, tras una semana de presiones internacionales por la muerte de unos 2.000 civiles en su ofensiva contra la guerrilla.

«El Gobierno de Sri Lanka ha decidido que las operaciones de combate han alcanzado su conclusión», aseguró el Ejecutivo ceilanés en un comunicado.
El Ejército de Sri Lanka lanzó hace una semana un ataque final contra los Tigres para la Liberación de la Patria Tamil (LTTE) en una franja costera del distrito norteño de Mullaitivu, el último foco de resistencia guerrillera tras más de 25 años de guerra.

En esa pequeña franja, de unos 17 kilómetros cuadrados y declarada previamente «zona segura» por el Gobierno, se habían concentrado hasta 190.000 civiles (cálculos de la ONU), muchos huidos de otras zonas de combate.

El Ejército ceilanés asegura que 110.000 civiles han sido «rescatados» de ese territorio en la última semana y que quedan entre 15.000 y 20.000 junto a unos cientos de miembros de los LTTE, rodeados ahora en unos seis kilómetros cuadrados.

Según el comunicado, las tropas limitarán de ahora en adelante sus actividades al rescate esos civiles «mantenidos como rehenes» por los «Tigres» tamiles, aunque esto no supondrá un freno de sus operaciones en la zona.