El Santo Padre, desde el 'papamóvil' a su paso por el controvertido muro de Israel y tras haber visitado el campo de refugiados de Aida, a las afueras de Belén. Foto: TONY GENTILE/REUTERS

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EFE-BELÉN

Benedicto XVI condenó ayer en Belén el muro de separación construido por Israel en Cisjordania y dijo que en un mundo en el que las fronteras son siempre más abiertas «es trágico ver que todavía se levantan muros». El Pontífice agregó, para transmitir esperanza, que aunque los muros «pueden ser fácilmente construidos, todos sabemos que no duran para siempre y pueden ser abatidos».

El Papa así lo manifestó en el campo de refugiados palestinos de Aida, a dos kilómetros de Belén, en el que viven una 5.000 personas y que se encuentra junto al muro de bloques de cemento armado de nueve metros de altura levantado por los israelíes, y durante su encuentro con el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas.

«¡Cuánto rezamos para que acaben las hostilidades que han llevado a la construcción de este muro», afirmó el Papa ante los refugiados, y añadió que la barrera es una de las causas del punto muerto «en el que parece encontrarse los contactos entre israelíes y palestinos».

«Vuestras legítimas aspiraciones a una patria permanente, a un Estado Palestino independiente, siguen sin cumplirse», denunció, y añadió que los palestinos se sienten «atrapados en una espiral de violencia, de ataques, venganzas y destrucción continua». También denunció que muchas familias están divididas debido «al encarcelamiento de algunos de sus miembros o a las restricciones de movimiento».