Cierra la campaña en Irán tal como ha ido transcurriendo, en medio de duras acusaciones entre los dos principales candidatos: el ultraconservador Mahmud Ahmadineyad, actual presidente, y el reformista moderado Mir Hosein Musavi.
El presidente iraní ha cerrado la campaña electoral con nuevas críticas contra sus predecesores, a los que acusó una vez más de corrupción y complot para derrocar a su Gobierno. Su contrincante ha pedido en cambio una gran movilización contra el Gobierno de Ahmadineyad para evitar un «Irán destruido».
Un país aislado
Las elecciones, que se celebrarán este viernes, deciden el presidente iraní en plena era Obama, con un país económicamente mermado a causa de la crisis y políticamente aislado en el contexto internacional.
La movilización de los jóvenes a través de las nuevas tecnologías y la guerra sucia entre los cuatro candidatos "que incluye, por ejemplo, el cierre de periódicos por parte de las autoridades iraníes" pueden decidir el devenir del país este próximo viernes.
Los ataques de Ahmadineyad a sus predecesores reformistas no cesaron ni en el último día de campaña. El presidente les acusó de complot contra su persona y gobierno y de corrupción cuando éstos estaban en el poder.
Y fue más allá. Comparó la campaña de sus rivales con una «guerra psicológica» y «tácticas propagandísticas» que «recuerdan a Hitler.
Los tres rivales de Ahmadineyad lo acusan de mentir a la población utilizando estadísticas falsas sobre el índice de la inflación en el país. Según el banco central, la inflación se situó en un 25 por ciento el año pasado (que en el calendario persa finalizó en marzo), pero el actual presidente la sitúa en un 15 por ciento.
Ahmadineyad amenazó a sus detractores con la cárcel. En virtud de la Constitución iraní, quien «difame y acuse al presidente de mentir» ha de ser castigado, dijo el mandatario.
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