Las posibilidades de que el ex primer ministro británico, Tony Blair, se convierta en el futuro presidente de la Unión Europea son cada vez más escasas a medida que transcurre el Consejo Europeo de Bruselas, en el que los líderes de los 27 han comenzado a mostrar de manera informal sus preferencias sobre la persona que debería ocupar el puesto.
La candidatura de Blair pierde fuerza por la falta de apoyo de los socialistas europeos, entre ellos el propio presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, y el primer ministro portugués, José Sócrates.
La presidencia sueca de la UE quiere evitar entrar de lleno en la negociación antes de que se ratifique el Tratado de Lisboa, cuya entrada en vigor es necesaria para la creación del cargo de presidente estable del Consejo, pero las declaraciones más o menos explícitas de los asistentes a la cumbre parecen alejar a Blair del puesto.
De momento, el británico cuenta con el claro apoyo de su sucesor en Downing Street, el también laborista Gordon Brown, que dejó claro que Blair sería un «excelente» candidato a presidir la UE tanto por su experiencia internacional como por sus dotes de gestor económico. También le respalda abiertamente el primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, que no asiste a la cumbre al sufrir escarlatina.
Sin embargo, más allá de Londres y Roma, Blair deja de contar con aliados incluso en sus propias filas, dado que los socialistas europeos han revelado que aspiran a que uno de sus miembros se convierta en el sustituto de Javier Solana al frente de la diplomacia europea, algo que, implícitamente, excluye la candidatura de Blair porque una misma familia política, especialmente si es minoritaria, no podría acaparar los dos puestos que crea el Tratado.
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