Pese al amplio despliegue policial, cientos de opositores reformistas aprovecharon la efeméride para citarse en diversos puntos de la capital y retomar la movilización contra la reelección del presidente, Mahmud Ahmadineyad, que consideran fruto de un fraude masivo.
Uno de los puntos de mayor violencia se centró en la plaza de Haft-e Tir, donde, según los testigos, algunos manifestantes lanzaron piedras contra los agentes cuando éstos trataron de dispersarlos con disparos al aire, gases lacrimógenos y porras. De acuerdo con su relato, cerca de una veintena de personas fueron detenidas y varias más resultaron heridas en los disturbios.
Los opositores, seguidores del 'movimiento verde' que lidera el candidato reformista derrotado, Mir Husein Musaví, recuperaron el grito de «muerte al dictador».
Bloques de hormigón y varios cordones policiales impedían el acceso a las principales arterias de la metrópoli, atestadas de efectivos antidisturbios, voluntarios islámicos basij armados con porras, reclutas y miembros de los cuerpos de élite, algunos cubiertos con pasamontañas.
Agentes y milicianos paramilitares islámicos patrullaban en moto las zonas aledañas y facilitaban la llegada de los autobuses a los alrededores de la antigua Embajada norteamericana en Teherán, donde el régimen escenificó la habitual manifestación del denominado Día contra la arrogancia mundial.
Miles de personas, en su mayoría estudiantes y miembros de las milicias basij, se concentraron frente a los muros de ladrillo rojo de la finca, donde jaleados desde un púlpito gritaron «muerte a Estados Unidos», «muerte a Israel», «muerte a los ingleses» y quemaron una bandera norteamericana.
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