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La posibilidad de que los minutos de caída libre vividos el jueves en Wall Street se debiera sólo a un error humano no evitó que se repitieran ayer los números rojos en los mercados estadounidenses, que han perdido todo lo ganado en lo que va de año.
Poco antes de la media sesión, el Dow Jones de Industriales, la principal referencia de Wall Street, bajaba un 0,5% y rondaba los 10.460 puntos, muy cerca de los 10.428 en los que comenzó 2010; al tiempo que el selectivo S&P 500 descendía un 0,7% y se situaba en torno a los 1.115 puntos, los mismos con los que arrancó el año.
El mercado electrónico Nasdaq, también con sede en Nueva York, bajaba un 1,35% y su índice compuesto rondaba los 2.280 puntos, ligeramente por encima de los 2.269 con los que cerró 2009.
Estos moderados descensos se sucedían después de la enloquecida sesión del jueves, en la que, a una hora y media del cierre, se registraron extrañas operaciones que en cuestión de minutos arrastraron a todo el mercado e hicieron que el Dow llegara a perder momentáneamente casi mil puntos (quinientos en menos de cinco minutos).
El Dow finalmente cerró con una caída del 3,2%, tras un 'flash crash' -término con el que se refieren al incidente los analistas- que pulverizó casi un billón de dólares en cuestión de minutos y en el que se vieron irregularidades como la de que Procter & Gamble, el mayor fabricante de productos de consumo del mundo y uno de sus 30 componentes, se negociara a la vez a 54 dólares en la Bolsa de Nueva York (NYSE) y a 39 en el Nasdaq.
Además, decenas de grandes empresas, como Accenture y 3M cayeron por unos instantes más de un 90%.
La noticia con la que desayunaron ayer los inversores de que en abril se crearon 290.000 empleos en EEUU (la cifra más alta desde marzo de 2006), aunque la tasa de desempleo subió dos décimas, al 9,9%, ayudó poco a calmar las cosas en los mercados, que se enfrentan a una enorme vigilancia por parte de las autoridades y expertos para saber qué pasó el jueves y cómo se podría evitar.
Después de que los responsables de los mayores mercados hayan descartado errores en los sistemas informáticos de contratación, entre las opciones que se barajan destaca el fallo de un bróker que pudo haber introducido la letra 'b' de billions (mil millones, en inglés) en lugar de la 'm' de millones para ordenar una venta de acciones.
A ese error humano se podría haber sumado el efecto multiplicador que pudieron tener las órdenes de compraventa preprogramadas para ejecutar operaciones en el momento en que el precio de las acciones de algún valor rebasa una cota determinada, según tratan de explicar analistas y medios especializados, que en cualquier caso no han dudado en volver la cabeza hacia Washington.
Allí los legisladores mostraron ayer su inquietud ante lo destructivo que puede ser un incidente así y reabrieron una vez más el debate sobre la regulación de una actividad que muy poca gente entiende claramente y que queda enormemente diluida entre millones de agentes e intermediarios interconectados entre sí.