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Un tiroteo en un puesto de control en la región insurgente de Donetsk amenaza la tregua declarada en el este de Ucrania por las milicias prorrusas y el Gobierno de Kiev con ocasión de la Pascua ortodoxa.

«Recuerdo que la víspera la resistencia declaró una tregua durante las fiestas. Ahora, la tregua se ha roto. Valoramos la acción como una provocación», declaró un portavoz rebelde a la agencia oficial rusa RIA-Nóvosti.

La Cancillería rusa se sumó a los insurgentes ucranianos al denunciar hoy en un comunicado que la muerte de «civiles inocentes» en Donetsk pone fin a la «tregua pascual» en el este rusohablante de Ucrania.

A diferencia de otras ocasiones, la policía confirmó las informaciones sobre el tiroteo y cifró en tres los muertos en el ataque contra un puesto de control prorruso en la localidad de Slaviansk, uno de los bastiones de la sublevación contra el Gobierno central, pero descartó categóricamente la implicación de sus unidades.

Según los rebeldes, entre los muertos figurarían dos civiles desarmados y un efectivo de las fuerzas de autodefensa, mientras los atacantes habrían sufrido dos bajas en sus filas.

El ataque se produjo a las 03.00 de la mañana y fue protagonizado por una docena de hombres armados con fusiles, que dispararon desde cuatro automóviles, en los que se dieron a la fuga tras el tiroteo.

Los prorrusos lograron apoderarse de los dos coches, en cuyo interior encontraron simbología, armamento y explosivos del grupo ultranacionalista Sector de Derechas, la fuerza de choque en los disturbios ocurridos en Kiev en febrero pasado que acabaron con el derrocamiento del presidente Víktor Yanukóvich.

Este incidente fue uno de los cinco ataques perpetrados durante la noche contra puestos de control en Slaviansk, según un portavoz de los rebeldes.

Los rebeldes acusan a las autoridades, que suspendieron el viernes la fase activa de la operación antiterrorista, de violar desde un primer momento los acuerdos de Ginebra al detener a varios de sus militantes.

«El Gobierno de Kiev no tiene intención de cumplir los acuerdos (de Ginebra). Los soldados no fueron retirados de Slaviansk. Se anunció que la operación lanzada por la Junta de Kiev continuaría y ahí está el resultado, la sangre de civiles inocentes», aseguró Serguéi Tsiplakov, unos de los líderes de los insurgentes.

No obstante, el Ministerio del Interior ucraniano rechazó las acusaciones y declaró tajante que no efectuó ninguna operación durante la madrugada en toda la región de Donetsk.

«Esta noche en Slaviansk, aparte de elementos subversivos y criminales respaldados por unidades especiales de la Federación Rusa, no ha habido representantes de ninguna organización ucraniana», declaró por su parte el Servicio de Seguridad de Ucrania.

La subsecretaria del Consejo de Seguridad y Defensa Nacional de Ucrania, Victoria Siumar, aseguró a su vez que el misterioso ataque en Slaviansk y la inmediata difusión de las denuncias de los insurgentes en los medios rusos es «una provocación» y «un ejemplo de la propaganda rusa».

El objetivo de la misma, según Siumar, es dar la impresión de que la situación en Ucrania está fuera de control, implantar la tesis sobre «una guerra civil» en el país y abonar el terreno informativo para una invasión militar rusa.

El Sector de Derechas también negó su implicación en la acción, pues aseguró que sus efectivos que quieren participar en la «defensa del país» están subordinados a las fuerzas de seguridad y denunció la manipulación informativa orquestada por los medios afines al Kremlin.

En todo caso, el tiroteo llevó al autoproclamado «alcalde popular» de Slaviansk, Viacheslav Ponomariov, a pedir al presidente ruso, Vladímir Putin, que despliegue fuerzas de pacificación en las regiones orientales de Donetsk y Lugansk.

Esta semana Putin amenazó en directo por la televisión a Kiev con el envío de tropas al este de Ucrania si no respeta los derechos de los rusos y rusohablantes.

Mientras, la Cancillería rusa se mostró «indignada» con el tiroteo, «provocación (...) que demuestra la falta de voluntad de las autoridades de Kiev de controlar y desarmar a los nacionalistas y extremistas».

«Causa sorpresa que esta tragedia ocurriera tras la firma el 17 de abril en Ginebra de una declaración (...) en la que se llama a abstenerse de cualquier acción violenta, amenaza o provocación», señaló.

Rusia «insiste en que la parte ucraniana cumpla estrictamente las obligaciones que asumió para impedir una escalada de la situación en el sureste de Ucrania».

Tras la firma de los acuerdos de Ginebra, el Gobierno ucraniano prometió mayores competencias a las regiones, la facultad de conceder estatus oficial a la lengua rusa, una reforma constitucional y amnistía para los manifestantes del este del país que no hayan cometido delitos graves.

A la vista de la gravedad del incidente, el ministro del Interior de Ucrania, Arsén Abákov, viajó hoy al este del país para reunirse con la recién creada Guardia Nacional.

Mientras, los líderes de las iglesias ortodoxas de ambos países protagonizaron en las misas del sábado un cruce de declaraciones, en el que el patriarca ruso llamó a pedir a Dios para que Ucrania tenga un Gobierno legítimo.

Mientras, el ucraniano Filaret denunció abiertamente en su homilía la agresión rusa y vaticinó que, como «Dios no puede estar del lado del mal, el enemigo de Ucrania está condenado a la derrota».

En medio de la tensión, los insurgentes se comprometieron a devolver al Ejército ucraniano todos los blindados de los que se apoderaron esta semana en la localidad de Kramatorsk.

Según una encuesta, casi el 70 por ciento de los habitantes del sureste de Ucrania están en contra del separatismo y de la unificación con Rusia.