Sólo horas antes, el Gobierno israelí había aceptado una tregua, entre las presiones de sus ministros más duros, quienes incluso llegaron a pedir la ocupación de Gaza.
Sin embargo, pese al anuncio, las milicias palestinas no dejaron de disparar cohetes, cerca de un centenar según cifras el Ejército, que no causaron víctimas, pero socavaron la posibilidad de un cese de las hostilidades que abra las puertas a negociar una tregua, como propone Egipto.
Seis horas después y ante la lluvia de cohetes, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, ordenó a la aviación de guerra que volviera a responder a las agresiones ante la insistencia de las milicias en su amenaza.
Así, aviones de combate israelíes atacaron una treintena de posiciones -entre ellas casas civiles- en la localidad meridional de Jan Yunis y barrios de Gaza como Al Zaitun y el campo de refugiados de Bureij.
En uno de ellos, tres familias palestinas -unas treinta personas- se quedaron sin techo, después de que el edificio de tres plantas en el que vivían fuera derruido por un misil israelí.
Las familias fueron avisadas con antelación y pudieron salir del inmueble, que quedó reducido a escombros.
«No hemos podido salvar nada, algo de dinero y poco más. Los vecinos nos han dejado un lugar para dormir, pero vamos a ir a casa de mi hermano, en el sur», explicó a Efe Marwan, patriarca de una de las familias afectadas.
Tras una semana de silencio, la posibilidad de un alto el fuego devolvió también el foco de atención al ministro israelí del Asunto Exteriores, Avigdor Lieberman, uno de los halcones más duro y precursor desde el inicio de una operación a gran escala en Gaza.
En declaraciones difundidas por la prensa local, Lieberman, quien vive en una colonia, insistió en que la ofensiva «Margen Protector», que en ocho días ha segado la vida de casi 200 personas, debe concluir con la ocupación de la franja.
«Israel debe llegar hasta el final. Un alto al fuego es un acuerdo tácito para que Hamás continúe fortaleciéndose», dijo en una rueda de prensa en la que atacó la titubeante postura de Netanyahu sobre una posible incursión terrestre y la aceptación de la propuesta de cese de hostilidades de Egipto.
La operación sólo debe terminar «con el control de toda la franja de Gaza» por el Ejército, para lo que hay que dejar «las dudas eternas y el planteamiento de preguntas», explicó, según el diario «Haaretz».
Ayer, el jefe de la diplomacia israelí ya había afirmado: «Si la operación acaba ahora, nos quedará claro a todos que será sólo un paréntesis antes de la cuarta operación» en Gaza.
Las dos primeras fueron en 2008 y 2012 y la actual es la tercera ofensiva israelí en sólo seis años.
Lieberman abogó por terminar con lo iniciado, esto es, debilitar al máximo las infraestructuras del movimiento islamista en el enclave y terminar con el lanzamiento de cohetes.
«Todas las formulaciones diplomáticas son dañinas en este momento. La toma de control total sobre la franja de Gaza es el único camino para Israel», espetó.
En cualquier caso, un alto al fuego significaría, a su juicio, «una preparación para la siguiente operación» porque «está claro que Hamás usará cualquier cese de hostilidades para fabricar más cohetes y adquirir más explosivos».
Bajo su criterio, esta es la razón por la que la llamada «Desconexión» de Gaza en 2005, que supuso la evacuación de 8.000 colonos y fuerzas israelíes de la franja, fue un error que no debe repetirse.
«Tenemos que decirle al mundo que nos presionaron para lograr esto, porque era lo que creíais que había que hacer. Y por eso, ahora debéis respaldarnos en llegar hasta el final», concluyó en su apelación a la comunidad internacional.
Lieberman defiende un ataque a gran escala a Hamás desde que Israel acusara a este grupo de asesinar a tres jóvenes judíos desaparecidos el pasado 12 de junio cuando hacían autostop cerca de una colonia israelí en Cisjordania.
Desde que los cadáveres fueron encontrados, criticó la respuesta del Ejecutivo e, incluso, rompió la alianza que mantenía con el partido del primer ministro, el Likud, y que llevó a ambos al triunfo electoral en 2013.
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La obsesión de israel por el ataque defensivo, o manía persecutoria geopolítica, tiene una explicación sorprendente: Es un problema interno, entre judíos, recomiento leer: "Purim. Psicoanalizando al pueblo judío". http://xurl.es/judioscontrajudios