Desde el Gobierno, la ministra de Ecología, Ségolène Royal, indicó que las pruebas de polución efectuadas en Francia tras el escándalo Volkswagen han constatado que Renault y varias marcas extranjeras han sobrepasado las normas de emisiones de CO2 y de óxido de nitrógeno, pero afirmó que no se ha constatado fraude.
Precisó también que ni Renault ni las otras marcas examinadas, salvo Volkswagen, utilizaron un programa de trucaje, explicó que hasta el momento se han analizado 22 vehículos, de los 100 que prevén examinar, y añadió que los registros efectuados en diversos locales de la firma gala no se relacionan con esos exámenes.
La marca del rombo, que en 2014 comercializó 2,7 millones de vehículos, se derrumbó en la bolsa parisina después de que el sindicato CGT informara de que agentes de la Dirección General de la Competencia, del Consumo y de la Represión del Fraude investigan los departamentos de «homologación y puesta a punto de los controles del motor».
Los agentes se incautaron de los ordenadores de algunos de sus directivos en varios de los centros en Francia del grupo que desde 2005 preside Carlos Ghosn.
Las sospechas sobre un escándalo parecido al de VW, en grandes dificultades después de que el pasado septiembre se descubriera que había trucado el software de cientos de miles de sus vehículos para rebajar los datos sobre sus emisiones contaminantes, hicieron temblar a los inversores.
Pero el grupo salió al paso asegurando en un comunicado que, si bien es cierto que está sometido a una investigación, tras los primeros exámenes no hay ningún indicio de prácticas fraudulentas, un mensaje con el que logró limitar sus pérdidas a la mitad.
«La Dirección General de la Energía y el Clima, en nombre del Ministerio de Ecología, Desarrollo Duradero y Energía, interlocutor de la comisión técnica independiente, considera que el proceso en marcha no evidencia la presencia de un programa de trucaje en los vehículos Renault», señaló la compañía.
Renault, cuyo primer accionista el Estado francés con un 19 % de su capital, calificó de «buena noticia» esa información.
Reconoció, no obstante, que los investigadores se personaron en su sede a las afueras de París, en el centro técnico de Lardy y en el tecnológico de Guyancourt, y subrayó que la dirección colabora «plenamente» con la justicia.
El fabricante de modelos como el Twingo, el Laguna, el Clio o el Megane está siendo investigado por la «comisión Royal», al igual que el resto de fabricantes automovilísticos de Francia.
Ese comité, que toma su nombre de la excandidata presidencial y actual ministra de Ecología se creó después de que saliera a la luz el caso Volkswagen para despejar dudas sobre la credibilidad de los constructores franceses, un país con una importante tradición industrial automovilística.
Las convulsiones bursátiles de la firma del rombo, aliada desde 1999 con el japonés Nissan (del que tiene el 43 % del accionariado), arrastraron al resto de valores automovilísticos del mercado parisino en la sesión del jueves.
Su competidor Peugeot Citröen se dejó el 5,05 %, la casa de neumáticos Michelin cayó el 1,6 % y los fabricantes de componentes para la automoción Faurecia y Valeo perdieron el 3,84 y el 4,02 %, respectivamente.
A falta de que se publiquen próximamente los resultados del pasado año, los datos del último ejercicio disponibles corresponden a 2015, cuando registró una facturación de 41.000 millones de euros y un beneficio neto de 1.890 millones.
Los datos del primer semestre de 2015 elevaron ese beneficio un 83 % sobre la primera mitad del 2014, hasta los 1.469 millones de euros gracias a una «recuperación más fuerte que la prevista en el mercado europeo»,
Creada en 1898 por Louis Renault, la firma se benefició del impulso industrial de la Primera Guerra Mundial, pero sus fábricas fueron ocupadas por los nazis en la segunda contienda bélica continental y su fundador murió en prisión, poco después de haber sido encarcelado por colaboracionista.
El Estado francés nacionalizó entonces la empresa, extendió su entramado por toda Francia y comenzó a implantarse en el extranjero, con plantas en España, Turquía y, Suramérica, una expansión que se traduce hoy en fábricas en todos los continentes, desde Valladolid a Curitiba pasando por Marruecos o Teherán.
Actualmente Renault cuenta con una plantilla de más de 170.000 personas y concentra sus esfuerzos en acrecentar su implantación en el mercado de vehículos eléctricos, mientras se reivindica como el primer fabricante europeo en haber creído «al cien por cien» en esa tecnología.
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