El enviado estadounidense para mediar en el conflicto, Hady Amr, lleva cuatro días en Israel sin lograr ningún compromiso que permita vislumbrar un alto el fuego y hoy se reunió con el presidente palestino, Mahmud Abás, aunque éste no tiene capacidad de influencia en Gaza, controlada por el movimiento islamista, Hamás.
«Nuestra pauta es continuar atacando objetivos terroristas. Continuaremos actuando según sea necesario para restaurar la paz y la seguridad de todos los residentes de Israel», declaró el primer ministro, Benjamín Netanyahu, en el Gabinete de seguridad reunido hoy.
El margen de maniobra de Amr, subsecretario para Asuntos Palestinos e Israelíes del Departamento de Estado de EE.UU, es limitado ya que no tiene interlocución directa con Hamás -que controla de facto Gaza desde 2007- al ser considerado grupo terrorista por EEUU y tampoco ha trascendido nada sobre sus contactos con el Gobierno israelí.
El Ejército israelí volvió a bombardear Gaza con intensidad durante la madrugada, sumando tres víctimas mortales, aunque la víspera fue la jornada más letal en la franja con 42 civiles muertos.
Por su parte, el Ministerio de Sanidad de Gaza aseguró que los ataques de los últimos días afectaron al laboratorio central del enclave, el único donde se examinan las pruebas de COVID-19, que debió interrumpir sus tareas por los daños causados.
Tras una semana de enfrentamientos, el saldo de víctimas en el enclave ascendió a 212 muertos palestinos, entre ellos 61 menores y 35 mujeres, y 1.305 heridos en el intercambio de fuego.
Testigos en la franja aseguraron que la aviación israelí llevó a cabo más de un centenar de ataques en todo el enclave durante la madrugada, hogar de más de dos millones de palestinos, que causaron fuertes explosiones y un pánico generalizado durante toda la madrugada, destruyendo viviendas e infraestructuras.
Las milicias continuaron disparando unos 200 cohetes durante toda la jornada, principalmente hacia las comunidades israelíes cercanas a la franja, y también sonaron las alarmas antiaéreas en las ciudades de Ashkelón, Sderot, Netivot y Ashdod, en el sur de Israel.
La actual escalada comenzó tras semanas de protestas en Jerusalén Este ocupado, fuertemente reprimidas y que derivaron en enfrentamientos que llegaron hasta la Explanada de las Mezquitas de la Ciudad Vieja de Jerusalén.
La tensión estalló el pasado lunes, hoy hace una semana, con el lanzamiento de cohetes desde Gaza por parte de las milicias palestinas y la violencia se ha extendido tanto por los territorios palestinos ocupados como por Israel.
Desde entonces, las milicias islamistas palestinas de la Brigada al Qassam -brazo militar de Hamás- y de la Yihad Islámica han lanzado 3.350 cohetes, según el Ejército israelí, una cifra que se acerca a los 3.393 que dispararon en cincuenta días durante la guerra Margen Protector de 2014.
En un ataque selectivo israelí de hoy, el Ejército aseguró haber matado a un comandante de la Brigada Norte de la Yihad Islámica, Hasam Abu Hardib, dirigente en esa milicia que ha liderado «sistemáticamente» el lanzamiento de misiles desde el enclave a Israel.
«Los aviones de combate acabaron con Hasam Abu Harbid, de la División Norte de la Yihad Islámica, comandante de la organización durante más de 15 años», informó el Ejército en un comunicado.
Israel ha atacado, por tierra y aire, un total de 766 objetivos en Gaza desde el inicio de la escalada el pasado lunes, 31 infraestructuras de las milicias palestinas -24 de Hamás y 7 de la Yihad Islámica-, detalló un alto mando militar.
El Ejército estima que en toda la campaña militar ha matado a unos 130 milicianos y que ha abortado ataques que pudieran dañar a civiles.
Sin embargo, los enfrentamientos en el superpoblado enclave están abocando a la franja a otro desastre humanitario después de 15 años de bloqueo y tres guerras (en 2008/2009, 2012 y 2014), que vive estos días la peor escalada bélica en siete años.
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