Según ha informado este jueves la agencia de noticias BelTA, la reacción más inmediata a las alertas lanzadas por Ucrania se produce desde su vecino y aliado de Vladímir Putin, cuyos soldados mantienen las operaciones militares en el entorno de esta y otras plantas nucleares en el marco de la invasión de la que se cumplen ya dos semanas.
En un primer momento voces gubernamentales de Kiev pusieron el foco en un riesgo cierto de fuga de radiación en Chernóbil si no se tomaban medidas urgentes después de que se cortara la electricidad. Este jueves el ministro ucraniano de Energía, Herman Halushchenko, ha afirmado que «hemos solicitado oficialmente que los ocupantes nos proporcionen corredores para arreglar las líneas eléctricas de la planta».
En las pasadas jornadas Moscú ha argumentado su toma de las principales centrales nucleares de Ucrania con el pretexto de evitar así que los «nacionalistas» ucranianos las utilizaran como una amenaza nuclear en su contra. Reconocía así «un impacto crítico en la seguridad» de estas instalaciones y su influencia clave en el devenir de la guerra. Asimismo, Rusia ha acusado recientemente a las fuerzas ucranianas de atacar las líneas eléctricas y una subestación que alimenta la planta de energía.
En estos momentos las tropas rusas controlan las dos zonas nucleares más importantes de Ucrania. De un lado Chernóbil, lugar donde se abandonó la actividad tras el accidente nuclear de 1986, aunque son necesarias algunas tareas de mantenimiento para asegurar que la radiación queda enclaustrada en los distintos armazones instalados a su alrededor. De otro lado Zaporiyia, conocida por ser la central nuclear más grande de Europa, funciona sin novedad.
Lo cierto es que el suministro eléctrico en Ucrania no se ha detenido de forma generalizada, y que en el país se encuentran otras centrales nucleares secundarias a las que todavía no ha afectado la guerra. Por ello Kiev confía en que el suministro siga llegando a los hogares y refugios, mientras los expertos tratan de recabar información sobre el estado real de los reactores.
A estas horas el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), con sede en Viena (Austria), no recibe datos del funcionamiento de las centrales ucranianas en las que Rusia ha plantado su bandera, Zaporiyia y Chernóbil, mientras el aparato ruso difunde que existe colaboración con las autoridades locales por la seguridad y el bien de todos. Asimismo destacan que no se ha producido ningún aumento de la radiación en la central de Chernóbil, un extremo que nadie puede corroborar más allá de ellos mismos.
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