Siempre o casi siempre la realidad supera con creces la ficción. En las últimas horas ha llamado poderosamente la atención una nueva teoría estrafalaria y casi de película de serie B propagada por el Kremlin, con respecto a la guerra de Ucrania. El Kommersant, un diario centenario ruso y antaño prestigioso por su especialización en política y economía, afirma en un artículo titulado Mirar a los ojos de los monstruos que los supuestos laboratorios secretos que Estados Unidos alberga en Ucrania han producido algún tipo de compuesto que, aplicado en los soldados ucranianos, los convierte en «los monstruos más crueles».
En un encuentro el pasado lunes el Consejo de la Federación rusa celebró una reunión ordinaria de la comisión parlamentaria para investigar las actividades de los laboratorios biológicos que supuestamente se han descubierto a raíz de la invasión decretada por Vladímir Putin, el pasado 24 de febrero. En este contexto los parlamentarios rusos hablaron sobre posibles experimentos en los que el ejército ucraniano habrían sido los conejillos de Indias de turno de los científicos y militares occidentales. En concreto, los diputados afirman que un análisis de sangre de los militares ucranianos ha mostrado que fueron sometidos a «experimentos secretos».
Los copresidentes de esta organización política rusa, los vicepresidentes del Consejo de la Federación y de la Duma Konstantin Kosachev e Irina Yarovaya respectivamente, compartieron con los periodistas nuevos datos de la investigación iniciada hace algunas semanas. En concreto, Yarovaya dijo que en la sangre de los militares ucranianos se encontraron «rastros de medicamentos e índices muy altos de hepatitis A (...) Es muy posible que trataran de probar estas drogas en personal militar».
Sobre esto, la periodista de The Atlantic y escritora Anne Applebaum ha compartido y comentado con escepticismo «la última explicación rusa de por qué no pueden vencer a los ucranianos: los estadounidenses están inyectando a los soldados ucranianos un suero secreto que les otorga poderes especiales y los convierte en monstruos. De veras», incide la experta en anticomunismo consciente de lo extraña que se antoja la afirmación. A su vez lamenta que «hace no tanto tiempo Kommersant era considerado un periódico serio».
La mencionada publicación rusa apunta que las operaciones militares sobre el territorio desde el pasado 24 de febrero han dejado a la vista «experimentos en Ucrania sobre enfermedades extremadamente peligrosas, que en ciertas circunstancias podrían distribuirse con fines militares». Asimismo asegura que se han detectado billetes infectados con el virus de la tuberculosis en la autoproclamada República Popular de Lugansk, y existen ya estudios sobre el desarrollo de gangrena gaseosa en uno de los laboratorios veterinarios de Mariúpol, en el mar de Azov. Cabe recordar que, hace unos meses, poco después del inicio de las hostilidades, los líderes prorrusos del Donbás denunciaron que los defensores se servían de magia negra y simbolismo satánico para contener las envestidas de los soldados de Vladímir Putin en el país vecino.
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