Según Dzhapárova, una tártara de Crimea, la situación no ha hecho más que empeorar desde que comenzó la invasión a gran escala de Ucrania, el 24 de febrero pasado. En la actualidad hay 148 presos políticos, 105 de ellos tártaros de Crimea, y 14 periodistas encarcelados. A la mayoría se les imputa terrorismo, aunque no hayan cometido ni planeado ningún acto violento. Dzhapárova también subraya que la ofensiva militar rusa contra Ucrania arrancó desde la península: «Crimea, que solía ser una próspera meca turística, se ha convertido en una base militar, una fortaleza y un campo de concentración».
En concreto, denuncia un adoctrinamiento militarizado de la educación. «Los niños y adolescentes de la Crimea temporalmente ocupada participan en el movimiento paramilitar 'Unarmy', apoyado, en particular, por el mando de la flota del mar Negro de la Federación Rusa». Dzhapárova sostiene que liberar Crimea es de vital importancia «para Europa, para la seguridad y la estabilidad regionales, así como para la seguridad alimentaria mundial».
Con estos mensajes, Dzhapárova y su equipo pretenden transmitir a la comunidad internacional la necesidad de recuperar una Crimea bajo control ucraniano. «No ocultamos nada en nuestras comunicaciones y sólo decimos la verdad», afirma, convencida de que los argumentos de Kiev son universalmente aceptados por cualquier país, independientemente de su situación geográfica. Estos esfuerzos han culminado hasta ahora en la segunda cumbre internacional de la Plataforma de Crimea, impulsada por el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, que se celebró de forma virtual en Roma el 23 de agosto.
«La cumbre superó incluso nuestras expectativas», afirma Dzhapárova. Atrajo a representantes de 60 países y organizaciones internacionales y contó con las intervenciones de 37 jefes de Estado, así como del secretario general de la ONU, António Guterres. A la cumbre se sumaron Níger, Guatemala, Surinam y Belice, así como el jefe de la Organización de Estados Americanos (OEA). Según Dzhapárova, los participantes expresaron su apoyo a la posición de Ucrania de que la guerra debe culminar con «una victoria completa de Ucrania y la liberación de todos los territorios ocupados, incluida Crimea».
Según ella, el apoyo internacional a Crimea es especialmente importante, ya que Rusia ha estado tratando de cimentar sus conquistas territoriales en Ucrania insistiendo en supuestas «conversaciones de paz», mientras lo que busca es reunir más recursos para continuar la agresión. El trabajo iniciado con la Plataforma de Crimea continúa a diario, subraya Dzhapárov, y el objetivo siguiente es celebrar una primera cumbre parlamentaria el 25 de octubre en Zagreb (Croacia).
En ella se inaugurará oficialmente el mecanismo para que varios países adopten las normativas precisas para reforzar las sanciones contra Rusia, prohibir las visitas a Crimea o adoptar cualquier tipo de acuerdo con la administración instaurada por Rusia en esa península ocupada. Según Dzhapárova, Rusia ha intentado activamente bloquear cualquier intento de Ucrania de plantear la ocupación de Crimea a escala internacional. «Sabemos que (el presidente ruso, Vladímir) Putin llamó personalmente a los líderes de algunos países para convencerles de que no participaran en la Cumbre», revela Dzhapárova.
Añade que un conocido activista de Crimea, Narimán Dzheliálov, fue encarcelado el año pasado en la anexionada península tras asistir a la primera cumbre de la Plataforma de Crimea. En la cumbre celebrada en agosto en Roma, el primer ministro de Ucrania, Denys Shmyhal, anunció planes de posguerra para transformar Crimea en un centro turístico europeo y en un eje neurálgico de transportes.
Ello requerirá una enorme inversión, admite, pero cree que puede ser posible gracias al reconocimiento del país como aspirante a ingresar en la UE y como parte de la ayuda internacional para la reconstrucción de Ucrania. La diplomática afirma que es demasiado pronto para hablar de lo que les espera a los cientos de miles de ciudadanos rusos que se trasladaron a Crimea desde 2014. Aunque está segura de que no se les concederá automáticamente la ciudadanía ucraniana. «Si queremos estabilidad y seguridad en la península, hay que darles la oportunidad de volver a su patria, Rusia», sostiene.
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