El presidente francés, practicando boxeo. | Redacción Digital

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Una imagen vale más que mil palabras. El equipo del presidente de Francia, Emmanuel Macron, ha compartido en las últimas horas unas fotografías del jefe del estado galo que están generando opiniones ambivalentes. A Macron se le aprecia enfundado en unos guantes de boxeo, tal vez para transmitir una idea de fortaleza en momentos donde la incertidumbre en la escena internacional ha escalado hasta cotas destacadas, tras la victoria de Vladímir Putin en las elecciones presidenciales y mientras prosiguen tímidos avances del ejército ruso tras sus últimas campañas victoriosas en el Donbás.

La BBC británica, medio de reconocida trayectoria en el ámbito internacional, ha sido una de las cabeceras que han dado cobertura a la nueva faceta del presidente francés, precisamente después de que este considerara como posible el despliegue de tropas en Ucrania como forma de proteger a Europa en su conjunto. El gusto por el boxeo del Macron no era desconocido; de todos es sabido que Macron practica habitualmente boxeo, como forma de escapar de la vorágine diaria.

Hace algunas semanas que el Elíseo ha insertado en el debate público la posibilidad de desplegar un contingente militar francés en Ucrania. El refuerzo, según algunas fuentes especializadas, podría reforzar las defensas del río Dniéper que controla Kiev, así como ‘blindar’ el frente norte en la frontera bielorrusa. Según el medio británico, «primero mostró su músculo sobre Ucrania. Ahora Emmanuel Macron ha ido más allá y ha publicado fotos golpeando un saco de boxeo con sus abultados bíceps en una demostración de su fuerza de acción».

La escena se enmarca «días después de que comenzara a adoptar una línea pública mucho más dura contra Rusia. No pasó mucho tiempo antes de que ‘Rocky’ comenzara a ser tendencia en redes sociales. Tal vez inevitablemente, otros cuestionaron si las fotografías habían sido ‘mejoradas’.

Los escépticos señalan «el tamaño de sus bíceps». Macron comentó hace algunos días en la televisión francesa que «si dejamos sola a Ucrania, si dejamos que pierda esta guerra, entonces seguramente Rusia amenazará a Moldavia, Rumania y Polonia».

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En todo caso, la maquinaria bélica nunca cesa de moverse. Fuentes especializadas en Georgia han denunciado que Rusia se encuentra ultimando preparativos de instalaciones marítimas militares que pronto podrían estar a punto en Abjasia, la franja ribereña del mar Negro a tan solo 30 kilómetros del territorio controlado por Tiflis. Georgia ya ha avanzado que estos hechos comportarían un serio ataque a su soberanía territorial, una denuncia que coincide con la visita del secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, al Cáucaso sur.

El Kremlin ha reconocido que sigue con atención la gira del dirigente occidental, que en las últimas horas estuvo en Tiflis, y su portavoz ha aseverado que la misma no contribuye a la estabilidad de esta región, otrora parte de la URSS. Cabe recordar que Abjasia ha cumplido ya quince años de ocupación rusa, tal y como ha recordado en las últimas horas el analista adjunto a la administración ucraniana, Anton Gerashchenko.

«Mientras el mundo observaba la inauguración de los Juegos Olímpicos en Pekín, las tropas rusas invadían el país vecino. Aunque Dmitry Medvédev era entonces presidente, estaba claro quién dio realmente la orden de iniciar la guerra. Georgia, un país pequeño, había elegido el camino del desarrollo proeuropeo. Y Rusia sintió nostalgia por el antiguo gran imperio y vio ‘otro barco zarpar de su puerto’. Una parte de Georgia sigue ocupada, 15 años después. ¿Ese agosto hizo que Putin se sintiera omnipotente y libre para hacer lo que quisiera con las exrepúblicas soviéticas? Es probable. Estoy seguro de que la falta de reacción global (que expresara 'profunda preocupación' y cosas así) lo convenció aún más de que podía invadir, anexar y asesinar a su antojo».

«El mundo pensó que apaciguar a un tirano y dictador satisfaría su apetito. En cambio, le hizo querer más y más. Quince años después, estamos librando la guerra más grande en Europa desde la Segunda Guerra Mundial –en referencia a la guerra de Ucrania–. ¿Podría la historia haber seguido un camino diferente si la reacción global hubiera sido diferente?» se cuestiona.

La otra zona de Georgia gobernada por autoridades prorrusas, Osetia del Sur, ha afirmado estar trabajando con Moscú sobre su posible inclusión formal en la Federación Rusa, según indicó el pasado fin de semana la agencia de noticias estatal rusa RIA, citando al presidente separatista del parlamento del díscolo enclave. «Estamos discutiendo todos estos temas en estrecha coordinación con Rusia, teniendo en cuenta nuestras relaciones y tratados bilaterales» apuntó Alan Alborov, al responder a una pregunta sobre la posibilidad de celebrar un referéndum.