Hace tiempo Hayat Tahrir al-Sham no se llamaba de este modo. En 2011, cuando comenzaron las revueltas populares contra el presidente Bachar Al Asad en el marco de la llamada Primavera Árabe, se conocía como Frente al Nusra, considerado de facto la rama de Al Qaeda en Siria. Su fervor ideológico islamista en ese momento no cuajó entre muchos de los jóvenes que se alzaron contra el poder vigente en Damasco y el gobierno sirio, apoyado desde el exterior por potencias como Rusia o Irán, acabó por neutralizar al movimiento rebelde original en prácticamente todos los rincones de la nación.
En 2016, cuando los leales a Al Asad reconquistaron Alepo, su líder Abu Mohamed al Jolani decidió dar el paso y desvincularse completamente de Al Qaeda. Desde entonces Al Jolani ha buscado legitimidad internacional, a la vez que intensificaba sus conexiones con Turquía y pretendía alejarse del extremismo ideológico religioso de Al Qaeda.
Desde el inicio de la guerra su poder no ha sido doblegado en Idlib, a pesar de que en ocasiones la convivencia con otras facciones opositoras a Bachar Al Asad no ha sido fácil. Para Damasco Al Jolani ha sido y es todavía una pesadilla y una pieza de caza mayor. Dado por muerto en varias ocasiones, su escurridizo jefe se caracteriza por enarbolar una imagen y una política a veces cambiante, pero indispensable para entender el actual crisol de poderes e intereses que compiten entre sí en el tablero sirio, así como su afectación en la siempre convulsa región de Oriente Medio.
Pasó su juventud en un acomodado barrio damasceno, pero los acontecimientos como la Segunda Intifada Palestina (2000) o la invasión estadounidense de Irak (2003) le empujaron a «defender» el Islam de «ocupantes e invasores». De este modo pasó varios años en diferentes cárceles iraquíes hasta que en 2011, Abu Bakr al Bagdadi, el fundador y primer líder de Estado Islámico, le encargó implantar una Al Qaeda plenamente operativa en su tierra natal, Siria.
Asentado en Idlib, su principal bastión de cerca de tres millones de habitantes, todo cambió en 2016, cuando él mismo anunció la disolución del Frente al Nusra, con la finalidad de romper toda relación con su antigua matriz y ser de este modo un agente de facto «independiente» con el único objetivo de derrotar al actual gobierno sirio y «liberar» a sus ciudadanos. El camino no ha estado exento de deserciones ante sus vaivenes, aunque en esa zona a caballo entre Siria y Turquía se siente seguro y actúa en consecuencia.
En las últimas semanas ha fraguado junto a otros grupos una alianza, que ha sido alimentada con militantes extranjeros. Tayikos, armenios o chechenos, entre otros, han aparecido en las últimas jornadas en los vídeos propagandísticos producidos en los alrededores de Alepo. La coalición bautizada como Mando de Operaciones se diseñó de forma expresa para este golpe a la autoridad de Al Asad en Siria. En menos de una semana sus hombres han llegado a Alepo, una de las principales urbes sirias, y sin demasiada oposición han capturado sus puntos clave, como el aeropuerto internacional. Algunos ciudadanos se muestran reticentes a los designios de este nuevo magnate de la guerra en Siria, que parece haber denostado la lucha yihadista global para fijarse en objetivos más a corto plazo, sobre el terreno. Otros se muestran aliviados, tras sentir liberado su cuello del yugo de Al Asad por primera vez en mucho tiempo.
1 comentario
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Estos saben perfectamente que el tito Putín tiene metido a todo su ejército en Ucrania y que no tiene capacidad para ayudar al tirano de Siria Bachar al-Ásad y están aprovechando para ganar territorio. A Rusia le crecen los enanos y no es capaz de mantener a la vez todos los jaleos que ha montado o en los que se ha involucrado y todo eso mientras su economía va directa al abismo. Menudo estratega el Putín. Por si las moscas y comentarios de Li La.....el que apoya a estas milicias es....TURQUÍA