Cuando comienzan los primeros días de invierno, cientos de familias
mallorquinas ya planean uno de los días más importantes del año:
«sa matança des porc». Se trata de una de las tradiciones más
antiguas de la Isla que, pese a que se va perdiendo por el gran
esfuerzo que supone, no corre el peligro de que desaparezca.
Esta jornada es a la vez festiva y de mucho trabajo. El dueño
del animal suele invitar a sus familiares y a sus amigos para que
puedan vivir de cerca el sacrificio del animal y la elaboración de
los productos que se obtienen con la carne del cerdo. La matança
que se explica en este reportaje se celebró el pasado mes de
noviembre en una finca de Llubí, donde Guillem Ramis, organizador
de la jornada, llevaba meses engordando el animal. De hecho,
durante la jornada se sacrificaron dos cerdos, que permitieron
obtener casi dos centenares de sobrassades, un manjar que no falta
en casi ninguna mesa de las familias mallorquinas.
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