La jornada inaugural de la línea nocturna que la EMT puso en marcha
el viernes a las 22.00 horas se vivió con más pena que gloria. No
llegó a la centena el número de pasajeros que transportaron a lo
largo de la noche los dos autobuses destinados a esta línea 41 que
recorre el Passeig Marítim cada 15 minutos, y Manuel y Mateo, los
dos conductores que la estrenaron, realizaron la mayor parte de los
recorridos sin más compañía que la de la radio.
Si bien es de justicia reconocer que la supervivencia de este
servicio, reclamado hasta la saciedad por diversos sectores
sociales, está garantizada una vez que el efectivo «boca a boca»
comience a funcionar entre la juventud, su usuaria natural. El
principal atractivo destacado por los pocos jóvenes que en la
madrugada del sábado hicieron uso de esta ruta especial es su
gratuidad, aunque lamentablemente no siempre será así. Si nada ni
nadie lo remedia, dentro de unas semanas será un servicio de pago
más. La propuesta de un joven usuario, Carlos, es que «apliquen una
tarifa reducida, especial para las noches».
El recorrido diseñado abarca los principales destinos nocturnos
-sa Llonja, la dársena de Can Barbarà, el Passeig Marítim e incluso
Gomila-, pero se echa en falta que la ruta cubra otros focos de
atracción como el Molinar, «o incluso el dique, donde mucha gente
va a beber», recuerda un chaval, que no quiere ser fotografiado
porque «mis padres no saben que he salido».
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