Los bancos Santander y Central Hispano protagonizaron una fusión
que ha dado lugar al primer gigante financiero de España y uno de
los más importantes de Europa. Tanto el Gobierno como la banca
mostraron su satisfacción por este acuerdo. Más cautelosos se
mostraban los sindicatos debido a que prevén que va a haber una
reducción de la plantilla del nuevo BSCH. Pese a ello, desde la
nueva presidencia de la entidad se señalaba que habría
reestructuraciones, pero que éstas no serían «traumáticas».
Evidentemente las circunstancias han determinado el momento del
nacimiento de esta nueva entidad que arroja unas cifras que a la
gente de la calle le pueden provocar una auténtica sensación de
vértigo.
Lo cierto es que la competitividad y el mercado único a que nos
arroja la nueva Europa cada vez se asienta más sobre grandes
macroempresas y macroentidades financieras que desbancan a las
pequeñas, aquéllas que hasta el presente eran mucho más cercanas
para los ciudadanos.
Si bien es verdad que para poder afrontar la nueva economía que
se nos viene encima con el nacimiento del euro y, dados los
frecuentes vaivenes y trasiegos de los mercados bursátiles y
financieros, la mejor forma de hacerlo es desde la fuerza, esa
fuerza que tienen sólo los grandes.
Tal vez ello suponga que perdamos esa visión más humana y
cercana, pero es evidente que frente a las grandes multinacionales
y a los grandes bancos, no ya sólo europeos, sino de Estados Unidos
o Japón, no es posible la competencia si no es en una cierta
igualdad de condiciones. Por ello debemos felicitarnos, por la
presencia en este mercado global y competitivo sin tregua de un
macrobanco español. Cierto es que queda mucho camino por recorrer,
pero el primer paso ya está dado.
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