La festividad de Sant Blai, abogado contra los dolores de garganta, reunió durante el día de ayer en Palma a numerosos fieles que, siguiendo la tradición, llevaron a bendecir los alimentos y recibieron el óleo que se impartió en varias parroquias.
Sant Blai fue obispo de Sebaste (Armenia). Se retiró al monte Argeo, cercano a la ciudad, y allí obró muchos milagros. En el año 315 el gobernador de Capadocia dió orden de que lo llevaran a su presencia. Durante el camino, repleto de seguidores suyos, lo interceptó una mujer, cuyo hijo tenía una espina atragantada en la garganta que lo ahogaba. El Santo realizó una súplica y la espina fue expulsada. Antes de ser degollado en el año 316 recibió muchos suplicios. Fue apaleado, despedazado y casi ahogado.
La tradición de Sant Blai la siguen manteniendo algunas parroquias, mayoritariamente las del centro de Ciutat, entre las que destacan las de San Nicolás y Santa Eulàlia. En la primera, por la tarde se celebraron tres misas en las que como acto previo se bendijeron golosinas, regaliz y caramelos, impartiéndose luego el aceite bendecido. Según el párroco Gabriel Seguí Mas, la tradición se mantiene viva y mayores y jóvenes han seguido la fiesta de Sant Blai.
En Santa Eulàlia se bendijeron los alimentos al margen de las misas. En las bendiciones de la mañana se registró una mayor afluencia de personas de mediana edad, mientras que por la tarde acudieron muchas familias con sus hijos una vez acabada la jornada escolar, que portaron las tradicionales bolsitas de chucherías.
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