Continúan los problemas con el aeropuerto de Son Sant Joan. Ahora
el organismo Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea (AENA) se
niega a recibir la nueva terminal mientras no se cambie el
embaldosado roto. Es una pena que uno de los aeropuertos de mayor
tráfico de Europa, que es, además, la primera imagen que reciben
los turistas que visitan Mallorca, ofrezca un aspecto de deterioro.
Más aún cuando se trata de una obra reciente que ha costado mucho
dinero a los contribuyentes.
De sobra son conocidas las quejas de los usuarios sobre las
grandes distancias de los accesos. Por fortuna, la construcción de
unos nuevos pasillos reducirá la distancia aunque, eso sí, sólo
para los que llegan. De esta forma se pretende que los pasajeros
que llegan al aeropuerto puedan acceder con mayor rapidez a la zona
de recogida de equipajes. Los que vayan a salir desde Mallorca a
otros destinos aún deberán utilizar esas largas distancias. Además,
el hecho de que los nuevos pasillos sean acristalados favorecerá la
iluminación natural de los mismos, algo de lo que adolecen los
actuales.
De todos modos, estas reformas se plantean cuando hace poco que
se ha construido la terminal, lo que viene a demostrar que algo ha
fallado, que, pese a los defensores que pudiera tener, el
aeropuerto mallorquín tiene deficiencias que debieron tenerse
presentes en su día. Hacerlo ahora es positivo, pero mueve a pensar
que la obra inicial no contó con la planificación suficiente.
Siendo como es nuestra isla un destino turístico, no es de
recibo que a estas alturas nos planteemos estas cuestiones y es
preciso que se actúe de una forma responsable por parte de AENA.
Aun con los dos nuevos pasillos y con baldosas nuevas, quedan otras
carencias. La imagen que se da es la de haber actuado conforme a la
ley de la chapuza.
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