María Millán e Isidro Ojeda visitan diariamente al Cristo de la Sang desde hace más de siete años. Cada cinco días María le pone una vela y le pide paz y salud para sus hijos. Ayer fue un día especial para los dos porque veneraron la imagen del Santo Cristo una vez bajada de su camarín.
Miles de ciudadanos acudieron durante el día a la iglesia de la Anunciación para poder expresar su devoción y tocar su imagen.
El Miércoles Santo cumplió con la tradición y centenares de personas llenaron la iglesia para escuchar la misa y participar en el posterior Via Crucis.
Llegada la décima estación, los miembros de la Prohomonía y sus cofrades sobreposats procedieron a bajar la imagen del Santo Cristo. Después, y en posición horizontal, los trasladaron al centro del templo. Los fieles ya estaban en pie para recibir al Cristo de La Sang. Tras un breve recorrido por el interior de la iglesia, la imagen fue depositada delante del presbiterio en posición yacente. Fue entonces cuando comenzó el peregrinar de miles de personas ante su imagen.
Un público mayoritariamente mayor acudió a esta cita del Miércoles Santo. En un lateral de la iglesia se encontraba la Virgen Dolorosa, que fue trasladada el pasado martes desde San Nicolás hasta la iglesia de la Anunciación. Los jóvenes, la mayoría con cirios en sus manos, acudieron a venerar al Cristo.
«Vengo aquí hace 52 años. Lo único que le pido es que me dé vista y salud. Le tengo una gran devoción. De vez en cuando vengo a verlo a la iglesia», afirma Carmen Marín.
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