16/09/99 0:00
Tras dejar el pantalán y el calzón corto, nos ponemos al
día
Acabo de regresar de vacaciones, que me tomé tras haber estado dos
meses, 61 días, instalado entre el pantalán y la carretera. Al
regresar, y repasar los periódicos, me he dado cuenta de que apenas
conozco a nadie. Bueno, sí, reconozco a Antich, Maria Antònia
Munar, Carlos Maximiliano Morales, a quien tengo que pagar ya una
mariscada, a los de siempre de Cort y pare usted de contar, pues el
panorama político ha cambiado prácticamente en todo, sobre todo en
los sueldos que, ven, es en lo único en que todos, Pacte de Progrés
y conservadores, han estado de acuerdo en aumentárselos. Veo
también que en la Platja de Palma ya han comenzado a poner orden en
cuestión de horarios tras casi seis años de desorden, todo por no
hacer cumplir la ordenanza municipal aprobada en pleno municipal,
que no por otra cosa, y que ahora, haciéndola cumplir, ha
solventado parte del problema, problema profesional, entre
discotecas, vecinos y biergarden, que si han funcionado con los
horarios que han funcionado "me refiero a aquellos" ha sido porque
el Ajuntament así se lo ha permitido, no porque ellos lo hayan
implantado. Porque el problema social y, sobre todo, el de
seguridad, me temo que no, ya que tanto en la Platja de Palma como
en Cala Major sigue aumentando de forma galopante. Demasiados
africanos, rumanos y húngaros que tratan de hacer su agosto de la
mano de la picaresca; demasiados vendedores ambulantes, parties
ilegales, transportes ilegales; demasiados travestis y ladrones,
tanto en primera línea como en segunda y, sobre todo en Cala Major,
ladrones que siembran el pánico entre turistas y residentes, cosa
que no sucede en otras zonas turísticas de la Isla, ya sean
próximas a Palma, como Calvià, o muy distantes, como Cala Rajada,
donde servidor ha pasado siete días en un magnífico hotel, el
l'Illot Park, pero con la vista puesta alrededor, observando que el
orden reina por doquier, que, por ejemplo, los biergarden no son
problema para nadie, que la música en las terrazas es ambiental,
que nadie en plena vía pública asalta, amedrenta o toma el pelo al
turista o al indígena, que el súper cierra a las diez de la noche,
por lo que en ningún momento es competencia desleal a bares, que
los paseos y plazas próximas al mar no se convierten en bares al
aire libre donde se consume alcohol en cubos de plástico... Todo
esto convierte a la zona en una de las mejores, turísticamente
hablando, por lo que no me extraña que turistas de toda la vida de
la Platja de Palma se hayan ido a Cala Rajada y que empresarios de
aquella zona piensen abrir negocios en ésta.
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