Había una vez un circo

El circo Williams se encuentra otra vez en Mallorca "en la carretera de Valldemossa", después de recorrer toda Europa y parte de Àfrica, para mostrar nuevos números a los espectadores mallorquines. Eduardo, el director del circo, afirma que cada día se encuentran más problemas para encontrar un espacio donde montar la carpa. «En Mallorca, aunque no hay un terreno específico, se nos dan facilidades». Sin embargo, explica que en otros lugares «parece que los políticos no hayan sido niños, porque no hacen más que cerrar puertas a un espectáculo tan querido por los niños».

De todos modos, Eduardo no cree que el circo esté pasando por un mal momento: «El circo mantiene el mismo público de siempre porque es una exhibición multicultural». Lo que sí apunta es que «cada vez acude un mayor tanto por ciento de jóvenes. Ha dejado de ser un show exclusivamente para niños».

Una de las innovaciones más destacadas de esta temporada va a ser el espectáculo ofrecido por Car el domador, que esta vez incluye todo tipo de felinos "grandes y pequeños": leones, leopardos, tigres y pumas. Otra de las diversiones de las que podrán disfrutar, tanto los más pequeños como los mayores, es una fantasía que recrea el Arca de Noé y en la que se mezclan ponys, cebras, serpientes, perros, camellos, búfalos, yaks, realizando un número conjunto.

Además, el programa incluye muchos otras exhibiciones de baile "como la de Lina, una bailarina rusa", trampolín, trapecio "a cargo de Suetelana, de sólo 9 años, Eduardo y Marina", magia, humor, malabares, todo acompañado de un vestuario fascinante de lentejuelas y encajes.

El circo Williams es muy familiar: Eduardo, el director, es el padre de los trapecistas; Anna, la artista que hace posible el Arca de Noé, es la madre de Suetelana, que también trabaja en las alturas; y todos los componentes son muy jóvenes.

Este circo ofrece esta tarde una gran función benéfica, en colaboración con Cruz Roja, en pro de los damnificados en el terremoto de Turquía.