Ayer se cumplió un año desde que ETA declarara una tregua
unilateral e indefinida, un año en el que no se han vuelto a
registrar atentados mortales. Coincidiendo en el tiempo con la
efeméride, el Congreso de los Diputados aprobaba por unanimidad el
proyecto de ley que recoge las indemnizaciones que percibirán las
víctimas del terrorismo y sus familias. Era éste un paso
importantísimo que debía darse para poder seguir avanzando en el
proceso de paz abierto. Era preciso que se compensara de algún
modo, si es que ello es posible, a aquellas personas que sufrieron
las consecuencias de la sinrazón terrorista.
Por otra parte, también se ha producido el acercamiento de
presos etarras a Euskadi, una de las reivindicaciones que han
sostenido todas las fuerzas políticas nacionalistas vascas a lo
largo de este período de tiempo. Y, en el terreno judicial, se
producía la decisión del Supremo de ordenar la excarcelación de la
antigua Mesa Nacional de Herri Batasuna.
Son sólo los apuntes más relevantes de estos 365 días en los que
se puede apreciar que, pese a las divergencias que existen, se han
dado importantes pasos que naturalmente deben continuar hasta que
llegue el momento en que la banda anuncie la paz definitiva.
En el fondo, y así lo plantea Euskal Herritarrok, quedan aún
cuestiones, como el derecho de autodeterminación de Euskadi, pero
este asunto no debe ser punto de negociación para el abandono de
las armas, sino una cuestión de orden político que debe ser
debatida en los foros adecuados.
Por el momento, el dato más importante de este período de tiempo
es la ausencia de muertes debidas al terrorismo y las esperanzas de
paz, que son cada día que pasa algo más sólidas.
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