Su nombre es Danielle Van Wadenoijen. Tiene 20 años de edad, es
holandesa y ha venido este verano a trabajar en la hostelería. El
contrato de cinco meses ya lo acabó pero aquí se mantiene y ha
topado con aquella quizás no tan vieja burocracia del «vuelva usted
mañana» escrita por Larra.
El pasado 24 de agosto fue hasta las oficinas de Correos de Es
Fortí y envió un giro postal internacional de 50.000 pesetas a sus
padres en Holanda. Hoy, dos meses después el giro postal todavía no
ha llegado pero lo peor de todo, dice, es que nadie le hace caso y
que si se marcha a su país nunca recuperará el dinero.
El 7 de octubre, asegura a este periódico la mujer que le ha
acogido (amiga de la madre de Danielle) porque ella apenas habla
español, acabó el trabajo «y se mantiene aquí hasta que aparezca el
dinero». Normalmente un giro postal internacional tarda unos diez
días pero ya son dos meses los que han pasado desde entonces. El 23
de septiembre, un mes después de haber enviado el giro postal a su
madre, Danielle acudió a Es Fortí para reclamar. Allí no le
hicieron caso y fue a la sede principal en la calle Constitución.
Una vez allí nadie le pudo dar una respuesta de donde estaba su
dinero y lo único que le dijeron es que en giro internacional no se
puede reclamar hasta pasado dos años.
Con todo, le dijeron que volviera pasados quince días pero
cuando volvió nadie había tramitado búsqueda alguna del dinero.
Para Danielle 50.000 pesetas son mucho (el dinero lo iba a destinar
a sufragarse los estudios en su país) y además de impotencia tiene
miedo de que el dinero no aparezca. «Me dicen que la culpa es de
Holanda pero mis padres han hablado con el correo holandés y no
saben nada de este giro. Me da igual yo confié mi dinero en el
correo español y quiero que me den una respuesta», asegura.
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